Milanés, sus baches y la alta velocidad

Cuando haya muertos, heridos, víctimas por montones, ya no habrá nada que hacer. Se habrá perdido la vida, mutilada la familia, hurtada la esperanza.
Eso presumo para la calle Milanés, exactamente entre San Gabriel y Capricho. En ese tramo están los victimarios. Son tres baches, uno de ellos, quizás el más intimidante para una cuadra con la peligrosidad vial, en extremo elevada. Eso empeora el trayecto.
Ese pedacito de esta arteria con tanto flujo vehicular le enfría el corazón al mejor de los conductores. La pendiente del terror, le llaman algunos, es desafiada por motoristas, que desconectan las velocidades y vuelan loma abajo, como si estuvieran compitiendo por el título del velocista mayor, con el enorme riesgo que ello implica.
Hace poco una anciana escapó por nada de las ruedas de aquel Zuzuki negro, que pudo enlutar su hogar. El de ella, y quién sabe si también el del joven chofer. Yo me llevé la mano a la cabeza, y un hombre le tiró del brazo, para salvar a la señora de un accidente seguro.
He visto más. He visto a motoristas caerse y rodar, porque los baches con agua, y la calle mojada, se juntan para que cuanto vehículo pase por ahí, trastabille. He visto el miedo en los peatones, en los padres que aprietan fuertemente las manos de sus niños cuando los llevan a la primaria. He visto el susto reflejado en quienes se pegan a la fachada de las casas para no ser arrollados.
Por la misma arteria donde pasan las ambulancias como un rayo, hay un grito de auxilio que no se escucha, o al menos no se escucha bien, eso quiero pensar.
Milanés entre San Gabriel y Capricho, lamentablemente, no es el único tramo de peligro, hay más, hay otros tres baches entre América y Dos de Mayo.
Hay más en la urbe toda, pero me detengo aquí, porque pronto puede haber un accidente masivo. De hecho, ya lo hubo.
Hay que reparar estos baches, corregirlos, arreglarlos bien y de manera definitiva. Quizás convenga colocar por aquí un agente de tránsito, de vez en vez.
Es mejor arreglar ahora, para que no haya muertos, heridos, víctimas por montones, porque, para entonces, de nada servirá querer apagar el fuego. Hay que dejar a un lado la vocación de bomberos y actuar en la prevención. Es ahora.
Hace tiempo estaba por hablar de los baches de la calle Milanés, de la alta velocidad, del peligro. Menos mal que pude. Hoy, la víctima pude ser yo.
Fotos. De la Autora.