Protegen extraordinario arsenal documental de museo farmacéutico


«Son un arsenal extraordinario para las investigaciones científicas de todo tipo, porque se pueden estudiar las epidemias, las enfermedades más frecuentes, la evolución de la preparación de medicamentos a partir de los nuevos conocimientos de la ciencia y la técnica, la historia de los médicos, así como las personalidades que estuvieron vinculadas a la historia de la botica, como son los casos de Miguel Failde, creador del danzón, y del Generalísimo Máximo Gómez, quien durante su estancia en Matanzas llegó enfermó con gripe y las fórmulas que mejoraron su estado de salud se prepararon en este sitio», destaca Brito.
A las personas de bajos ingresos no se les cobraba los medicamentos, acota la directora.
«Estos libros son una maravilla, porque en ellos está registrada la historia de la vida en esta ciudad, de la vida científica en Cuba y el mundo, porque en esta farmacia convergen las tres escuelas de farmacias más influyentes: Don Fermín de Figueroa, graduado en Madrid; el doctor Ernesto Triolet, en París; y la doctora María Dolores de Figueroa, primera mujer farmacéutica cubana que se graduó en Nueva York», precisa la investigadora.
Amplía que toda esa información llega a Matanzas y ellos empezaron a modificar todo lo aprendido en entornos naturales diferentes y a vincular todo a las características de la flora, fauna y clima, y a la influencia que los esclavizados habían traído como remedios para mejorar sus enfermedades.
El museo cuenta con un total de 55 libros de la botica francesa, que empezaron el primero de enero de 1882 hasta el 16 de enero de 1964, además de que el fondo documental completo es de 66 libros, que incluyen los de otras boticas que son antecedentes de la que hoy es museo.

Los 66 libros están digitalizados a partir de un convenio de colaboración con un grupo de especialistas del Instituto de Investigación Tropical e Intercambio Ecológico, de Florida Keys, quienes realizaron un arduo trabajo que contribuye a la conservación de este patrimonio.
En aquella ocasión, la doctora Chistine Flanagan, museóloga del Instituto, expresó a este diario que desde que conocieron sobre los tesoros de este museo se interesaron en conservar para las futuras generaciones todo el legado científico y cultural.
Flanagan sostuvo entonces que le había impresionado la calidad de la información digitalizada, la organización cronológica de los datos, y la elevada significación para la historia de la medicina tradicional, no solo de Cuba, sino del mundo.
Las fórmulas fueron anotadas por varios escribanos, quienes emplearon una tinta conocida como de hierro y nuez de agalla, cuya perdurabilidad ha permitido la preservación de esas escrituras hasta nuestros días.

Los libros de asentamientos de recetas miden 45 centímetros de largo por 31 centímetros de ancho, y la amplitud ronda las 700 páginas foliadas por cada tomo.
En este registro se encuentran los manuscritos de José Martí, la Constitución de Jimaguayú, el Noticiero Icaic Latinoamericano, los Carteles del Icaic, documentos de la Alfabetización, los fondos del Centro Che Guevara y de la Biblioteca Nacional José Martí, y de la Oficina del Historiador de La Habana las Actas Capitulares de La Habana.
- Hugo García/ Juventud Rebelde