Simplemente, Fidel
En la historia de Cuba y su relación con el mundo, Fidel Castro Ruz ocupa un lugar único como el del hombre que pilotó la nave que le dio un giro de 180 grados al triste escenario existente en la isla durante el régimen neocolonial.
Esa es la certeza de quien nació cuando la Revolución tenía apenas una década de vida, de esfuerzos y de realizaciones a favor del pueblo. Una década marcada por el enfrentamiento a las acciones terroristas y perturbadoras del enemigo común de los pueblos: el imperialismo yanqui.
Justo de esos incipientes años de grandes golpes promovidos por las administraciones norteamericanas y del liderazgo, la inteligencia y osadía de Fidel hablan su protagonismo durante la invasión mercenaria por Playa Girón y los días luminosos y tristes de la Crisis de Octubre.
Girón, que pasó a la historia como la primera derrota sufrida por el imperialismo en América, contó con un Comandante en Jefe en primera línea, al frente de su ejército de pueblo para defender palmo a palmo ese pedazo del territorio hasta vencer al enemigo en menos de 72 horas.
En el segundo hecho, también conocido como Crisis de los Misiles, que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, igualmente creció la personalidad de Fidel a tal punto que el Comandante Ernesto Che Guevara en su carta de despedida, escribió: «Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días».
Y así fue siempre. Fidel no fue solo el conductor, fue sobre todas las cosas el primero en llegar cuando las condiciones climáticas, tecnológicas o socio-políticas eran difíciles o de peligro extremo, para brillar con luz propia y mostrar cómo transformar el revés en victoria.
Más de cuatro décadas teniéndolo en los escenarios más diversos, lo mismo estimulando proyectos científico y socio-cultural como inaugurando hospitales, industrias, repartos residenciales, escuelas y demás obras dirigidas al pueblo. Avivando y reconociendo la actividad deportiva que hoy nos permite mostrar ante el mundo un número de campeones olímpicos superior al de muchos países del primer mundo y sobre todo denunciando públicamente al bloqueo imperialista y otras leyes que frenan el desarrollo en nuestro Verde Caimán.
Pero Fidel era también esa figura que todos esperaban en las reuniones, congresos y eventos de todo tipo que resumía con aquellos extensos discursos, generalmente improvisados, para ofrecer mensajes directos y claros sobre la realidad y el modo en que se debía operar.
Toda esa imagen de hombre grande, -de talla y valores personales-, quedó por siempre. Así veneramos a aquel gigante, barbudo y uniformado de verde olivo que sobresalía entre las multitudes que le acogían como si pretendieran apropiarse de su tremenda fortaleza física, moral e intelectual.
Él, que estrechó por igual la mano del obrero, el campesino y el científico o artista, el que compartió con los príncipes enanos de la isla como un niño más, el que motivó alcanzar metas superiores en el orden individual y colectivo, es simplemente Fidel, el cubano que nació en Birán hace 98 años.