1 de abril de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Un periodista con el traje de delegado

Arnaldo Mirabal Hernández lleva con orgullo inocultable su condición de delegado en la circunscripción No. 21, del consejo popular de Playa, en Matanzas.

Por la manera como ha sido su vida de cronista, el típico «francotirador», pocos imaginaron que tuviera vocación para asumir el liderazgo en el barrio.

Su instinto de periodista le ha servido, sin embargo, como pretexto para sacar fuerzas de flaquezas y darle el pecho a los problemas en su condición de delegado.

Tiene a su favor que es un tipo solidario y de espíritu abierto, de los que no viven lamentándose. Confiesa que, de cara a este proceso de rendición de cuenta, el esfuerzo ha sido agotador: «Esto lleva mucho tiempo, no he tenido descanso más de una hora en los últimos tiempos». 

Periodista avezado y reportero de fila del periódico Girón, Arnaldo Mirabal Hernández lleva con orgullo inocultable su condición de delegado en la circunscripción No. 21, del consejo popular de Playa.

–¿Tenías en tu mente algo así, de tanta responsabilidad social?

–Creo que uno nunca está preparado para ciertas cosas. Uno lo asume por esa dosis de temeridad y hasta de aventura, y porque no deja de ser retador eso de enfrentar nuevas tareas y sumar experiencias.

«Fui un elector inquisitivo, cuestionador y muy exigente con los delegados que me antecedieron. Ahora me toca ser coherente».

–¿Algunos creen que era recomendable un momento más apropiado para el proceso de rendición de cuenta?

–Es cierto que vivimos un momento muy complejo, quizá de los más difíciles, y no hallamos las suficientes respuestas y soluciones para los tantos problemas que plantean los electores. Pero, en lo personal, me parece un ejercicio necesario, primero, para tomarle el pulso a los estados de opinión de la población y revitalizar aún más ese vínculo de retroalimentación entre los vecinos y su delegado.

«Ya he realizado cuatro rendiciones de cuenta; en dos, el porciento de asistencia no ha sido el idóneo, pero en las otras sí he percibido ese respeto hacia la figura del delegado. Las personas plantean las dificultades, con la esperanza de que se solucionen».

–¿Cuál es el secreto para ser delegado en estos tiempos?

–Debes disfrutar el vínculo con las personas, practicar la empatía y sentir cómo propia las carencias y vicisitudes de los demás. A veces llego a casa derrotado, cuando alguna gestión no fructifica, pero los propios electores me levantan el ánimo cuando me brindan su apoyo y comprensión.

“Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, siempre me repito, y es la frase que sueño que se convierta en la mayor motivación de los cubanos».

–Hay quienes piensan que el delegado es una especie de Rey Midas, que puede resolver los problemas con solo tocarlos…

–Me he encontrado más con personas que piensan que el delegado es un pobre diablo que nada resuelve. Pero cambiar esa percepción solo recae en uno mismo. Quizá no logres solucionar la avería en aquella lámpara del alumbrado público, pero las personas saben agradecer la dedicación y el desvelo.

«Siempre fue lo que esperé de los delegados, escuchar es un bello ejercicio humano, y cuando dialogas y explicas desde la verdad y la transparencia la gente te tomará un poco más en serio, aunque el foco permanezca a oscuras».

–¿Dónde puede estar la falla de esta forma de poder popular?

–Como toda obra humana, la labor del delegado es perfectible, puede mejorar si se pone empeño en ese deseo de transformar la realidad. Existen fallas, como cierto aletargamiento en los mecanismos para ejercer el control popular. Y a veces da la impresión de que algunos prefieren que las malas prácticas e indisciplinas sociales se naturalicen.

–La lista de dificultades es grande. ¿Qué pasa cuando no tienes a mano la respuesta apropiada?

–Es frustrante cuando no tienes la respuesta adecuada, porque hasta tú compartes esas mismas interrogantes. Otros esperan soluciones más que información, que a veces la acusan de justificación. Ya en mi casa conocen cuando algo se resolvió o no, porque lo reflejo en mi semblante.

–Algún rasgo común entre el oficio de periodista y la misión del delegado.

–Creo que mi oficio de periodista se entrelaza con la responsabilidad de delegado porque se sostienen de la necesidad de escuchar al otro. A mí siempre me ha gustado escuchar a las personas. En ese punto, ambas responsabilidades marchan al unísono en mi vida.

–¿Cómo es que verdaderamente se gana la batalla en la circunscripción?

–Con la participación ciudadana, el control popular y el empuje del delegado. Existen maravillosas experiencias de trabajo comunitario integrado y las soluciones a diversas problemáticas con la participación ciudadana.

«Conozco a muchos delegados que asumen su labor con pasión, como si no existiera nada más importante en la vida que interactuar con sus electores y gestionar sus problemas. Esos son mis ejemplos para seguir».

–¿Cómo ves la relación que tienes con tus electores?

–Este ejercicio ha sido hermoso, y exasperante a veces, como la propia vida. Hay temas muy peliagudos, como la canasta familiar normada, el alza de los precios, o los infaustos apagones, problemas que no siempre, o casi nunca, hallan respuesta inmediata.

«Alegra saber que confían en mí. Me urge recorrer el barrio para conocer sobre las personas encamadas, los vulnerables, los niños enfermos, o aquel pequeño que perdió a su madre, de la casa con problemas de cubierta, o cuánto ha crecido aquel bache.

«Es entonces cuando entiendes para qué también sirve un delegado, y que una de las familias más humildes del barrio te invite a almorzar porque “les cayó un dinerito”, y pudieron cocinar un poquito más de arroz, ¡frijoles!, y hasta abrieron aquel paquete de perritos para que te sientes con ellos a la mesa».

  • Ventura de Jesús/ Granma

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