Ayer y siempre, Vilma entre nosotros
Cuando se habla de mujeres cubanas de talla universal el nombre de Vilma Espín destaca en la lista.
El 7 de abril de 1930 Santiago de Cuba recibía a una pequeña que más tarde multiplicaría los valores éticos aprendidos en su seno natal.
Estudió Ingeniería Química en la Universidad de Oriente, etapa que marcó el inicio de un afianzamiento y desarrollo de sus ideas políticas. Se destacó por su participación en actividades culturales y deportivas, e integró la Federación Estudiantil Universitaria Oriental.
Durante su vida escolar recibió influencias de profesores exiliados españoles, llegados a Cuba después de la Guerra Civil y se sumó a la posición del estudiantado universitario oriental con respecto al golpe de Estado en acciones de enfrentamiento a la dictadura. Estuvo vinculada al Movimiento Nacional Revolucionario y a las actividades conspirativas del joven dirigente santiaguero Frank País García, desde antes de integrarse ambos al Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Fue en los preparativos de la nueva etapa de lucha, cuando hizo escala en México, que se entrevistó con Fidel Castro y recibió sus instrucciones y mensajes para los combatientes que se hallaban en la clandestinidad en Cuba, sin imaginar que estrechaba un lazo para su vida futura.
Compañera de vida del General de Ejército Raúl Castro, madre de cuatro hijos, luchadora clandestina, guerrillera sin tregua, mujer de gran sensibilidad humana que dedicó parte de su vida a defender el lugar de las féminas en la sociedad, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización que lideró con pasión y justeza.
A 17 años de su partida Vilma Espín sigue viva en su gente, en su pueblo, en cada una de esas mujeres por las que tanto luchó y a quienes ayudó de manera incondicional.
Su impronta perdurará en el tiempo, en la historia de un país que hoy pone su nombre en cada espacio de la fémina cubana