De las vacaciones al inicio del curso escolar
La segunda quincena de agosto supone un tiempo de intercambio entre los planes recreativos o de ocio y la creación de condiciones para la etapa que se avecina: el inicio del curso escolar.
El comienzo del nuevo período lectivo, marcado para el dos de septiembre en la enseñanza general, el 16 para el primer año de la universitaria y a mediados de octubre, el resto de los estudiantes, involucra a varios grupos, entidades y sectores sociales.
De un lado los estudiantes, muchos que llegarán por vez primera a las aulas con el volumen de expectativas e inquietudes que eso genera y la parte mayoritaria, los continuantes, que van al reencuentro con sus profesores y compañeros de estudio.
En otro extremo se encuentran los padres, afanados en la búsqueda de libretas, el forro (papel o plástico) para los libros, los lápices o “el portaminas”, preferido por las actuales generaciones, y otros materiales escolares, a precios que no alcancen la altura de las nubes y toquen más el suelo.
A ello se une la adquisición del uniforme escolar. Una tarea compleja para los padres, pues incluye la preocupación por la fecha de venta, encontrar la talla adecuada para el niño o adolescente y de lo contrario hallar la costurera que dentro de sus encargos, priorice su arreglo.
Junto a ese panorama que por estos días se va dibujando hacia el interior de los hogares, avanza la preparación del nuevo curso escolar a nivel institucional.
Desde el Ministerio de Educación hasta los educadores se busca garantizar los recursos técnicos y metodológicos que requiere el desarrollo del proceso docente-educativo según la pedagogía cubana y sobre todo completar la fuerza docente, considerada una prioridad importante.
Desafíos que asume Cuba en medio de las limitaciones económicas que vive el país, agravadas por el bloqueo estadounidense y las sanciones directas, de alto impacto financiero-mercantil, impuestas por la administración de Donald Trump.