Diego de la Barrera y el alba del periodismo cubano (+audio)
Ennoblece a la prensa antillana el contar entre sus precursores con el insigne intelectual marroquí Diego de la Barrera, quien desde su traslado al mayor archipiélago del Caribe a temprana edad, construyó en este último una sólida carrera periodística, devino fundador y director de los primeros rotativos de la Isla y se convirtió en un auténtico artífice del periodismo insular.
Nacido el 13 de noviembre de 1746 en la localidad de Alhucemas, desarrolló su vida académica en la escuela de los Padres Dominicos de la capital cubana e integró las filas del ejército español y, bajo el auspicio del entonces gobernador Luis de las Casas, confeccionó en 1781 la primera «Guía de forasteros de la Isla de Cuba», riguroso compendio que incluía, entre otros, registros geográficos, náuticos y demográficos del territorio nacional y que fue posteriormente continuado por el propio de la Barrera doce años después.
Y fue en 1782 cuando puso en marcha junto al propio de las Casas el semanario «G azeta de la Havana», que aunque ostenta el mérito de ser pionera de su tipo en el país y se le recuerda por sus noticias de corte político, social y comercial, su efímera perdurabilidad y limitado impacto social le hacieron compartir el estandarte con el «Papel Periódico de la Havana», que vio la luz en 1790 y se posicionó como el primer periódico cubano con estabilidad en las tiradas y sostenido respaldo al gobierno.
El «Papel Periódico de la Havana» tuvo en de la Barrera a su director y redactor inicial y al plantel de este medio, albor del florecimiento periodístico en la nación, cuna de la intelectualidad de la época y ampliamente referenciado por sus temáticas comerciales, tecnológicas, educativas, sociales, culturales, científicos y demás aristas, se sumaron distinguidos estudiosos de la talla de Tomás Romay, José Agustín Caballero, Francisco de Arango y Parreño, el presbítero Félix Veranes y Manuel de Zequeira, entre otros.
De la Barrera se mantuvo al frente del «Papel Periódico…» hasta 1793, cuando quedó a su cargo la entonces recién fundada Sociedad Económica Amigos del País y pasó a encabezar la publicación del «Calendario manual» y la antes referida «Guía de forasteros de la Isla de Cuba», que desde 1795 estuvo enriquecida con datos alegóricos al número de iglesias, colegios, hospitales, ingenios, trapiches, hatos, corrales, potreros, estancias, vegas, colmenares, tejares y demás anotaciones sobre el terruño cubano y sus moradores.
Diego de la Barrera falleció el 7 de enero de 1802 en La Habana y a poco más de dos centurias de su deceso, los aportes de este literato al desarrollo intelectual y social de Cuba son inestimables y la historia lo recuerda como el gran exponente del quehacer periodístico antillano que en vida siempre fue.