1 de mayo de 2025

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La Protesta de Baraguá: Dignidad a flor de piel (+audio)

Hoy, más de un siglo después, el legado de Baraguá sigue inspirando a las generaciones cubanas, recordándoles que la dignidad y la justicia son valores irrenunciables y aquel gesto de rebeldía quedó inmortalizado como una de las páginas más gloriosas de nuestra Historia.

A finales del siglo XIX, Cuba se encontraba inmersa en un profundo desgaste tras nueve años de guerra por su emancipación.

La escasez de recursos, la falta de apoyo internacional y el agotamiento físico y moral de los combatientes hacían evidente la fragilidad de la lucha. Fue en este contexto que Arsenio Martínez Campos, general español con experiencia en la pacificación de conflictos, llegó a la Isla con la misión de restaurar el control de España sobre el territorio cubano.

El 10 de febrero de 1878, consolidó su estrategia mediante el Pacto del Zanjón. A través de maniobras políticas y aprovechándose del debilitamiento de los insurgentes, logró imponer un acuerdo que ofrecía algunas reformas económicas y sociales, pero que negaba las demandas esenciales de independencia y abolición de la esclavitud. Para muchos, esta treta representó una traición a la causa emancipadora y marcó un punto crítico en el decursar de la contienda. Sin embargo, el espíritu mambí no fue doblegado, pues el 15 de marzo, en Mangos de Baraguá, el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales desafió abiertamente al Pacto del Zanjón.

En un acto de valentía histórica, Maceo rechazó las condiciones impuestas por Martínez Campos, ratificó el compromiso libertario de la Isla y demostró que la honra nacional no estaba en venta. Rodeado de figuras clave como Guillermo Moncada, Flor Crombet y su hermano José Maceo, el Titán de Bronce lideró un frente común que aglutinaba a negros, blancos y mulatos más allá de las divisiones sociales, confrontaba la opresión colonial y exaltaba los ideales patrióticos iniciados en 1868 por Carlos Manuel de Céspedes.

La Protesta de Baraguá es recordada como un acto de cimera intransigencia y un símbolo eterno de insurgencia. Maceo y sus seguidores demostraron que la lucha no solo se libraba en el campo de batalla, sino también en la defensa de los principios y valores que definían el futuro de la nación antillana.

Hoy, más de un siglo después, el legado de Baraguá sigue inspirando a las generaciones cubanas, recordándoles que la dignidad y la justicia son valores irrenunciables y aquel gesto de rebeldía quedó inmortalizado como una de las páginas más gloriosas de nuestra Historia.

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