25 de enero de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Sindo Garay: la impronta de una leyenda

A 56 años de su partida, la huella de Sindo radica en su extensa y aclamada obra musical y en su papel como mensajero de la identidad, idiosincrasia e independencia cubanas.

Íntimamente ligado al decursar histórico y cultural de nuestro país, el nombre de Sindo Garay, seudónimo de Antonio Gumersindo Garay García, sobresale entre los exponentes manifiestos del movimiento trovadoresco cubano y sus obras reflejan la esencia y alma de un pueblo que, hasta la fecha, ensalza con respeto, admiración y cariño su vasta e inigualable impronta.

Sobran las loas a sus más de 600 piezas musicales, entre las que destacan Mujer bayamesa, Guarina, La tarde, Amargas verdades, Retorna y Tormenta fiero, entre muchísimas otras que, pese a no contar con una formación académica en el ámbito sonoro, evidenciaron la soltura de su autor en materia de armonías y composición.

Garay impregnó su sello a géneros como el bolero oriental, con un peculiar rayado de las cuerdas de guitarra como cierre para las frases musicales y el denominado cinquillo cubano como base rítmica. No faltaron en su haber las modulaciones armónicas, las influencias de la ópera italiana, las canciones cultas de románticos y post románticos europeos, así como de la cultura colombiana, de la que emergieron criollas, guarachas y bambucos, nada exentos de su singular libertad rítmica y cimera creatividad.

La Bayamesa es, de sus creaciones, la más icónica y que, según revela el propio Sindo, se originó cuando tras una noche de serenata, al encontrar el paredón ennegrecido del patio de un amigo suyo, abrasado previamente por el incendio de Bayamo, la inspiración le visitó y nacieron los versos y su hermosa melodía.

Tristemente, el autor de Perla marina, Rendido, Labios de grana, Clave a Maceo, La baracoesa, El huracán y la palma, Rayos de oro, Tardes grises y Ojos de sirena falleció el 17 de julio de 1968 en La Habana, a la edad de 101 años, dejando tras de sí una fructífero periplo artístico y un influyente repertorio musical.

Y no faltaron las experiencias inolvidables al centenario artista que además de deleitar a Guillermón Moncada con sus cantos y codearse con el violinista Brindis de Salas, el tenor Caruso y el joven revolucionario Julio Antonio Mella logró, cual puente entre el ayer y el mañana, conoció a los próceres de la gesta libertaria nacional: José Martí y Fidel Castro.

A 56 años de su partida, la palpable huella de Sindo radica, no solo en su extensa y aclamada obra musical, sino también en su papel como mensajero de la identidad, idiosincrasia e independencia cubanas, logrando trascender las fronteras del pentagrama nacional, triunfando en escenarios foráneos y difundiendo, por consiguiente, la inagotable riqueza cultural de nuestra Isla.

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