Conversando con el editor
Aunque muchos no lo conozcan y otros lo pasen por alto, el trabajo de un editor es fundamental en el proceso de producción literaria, al decir del periodista, escritor y editor Norge Céspedes. “El editor no es más que el mediador entre el autor y el lector.
“Además es un ente que incide en los diversos procesos del libro desde el momento en que se gesta y una vez que llega a sus manos. Es su papel también acompañar más adelante: la revisión del texto, la corrección, el diseño, la encuadernación. Resulta una labor muy amplia la que desempeña un buen editor.”
Está claro que sin el escritor el libro no existe. Es quien escribe, quien imprime personalidad a las publicaciones, quien forja el espíritu de los personajes, describe paisajes y orienta los destinos de las situaciones.
Sin embargo, detrás de toda la creación, el buen editor acompañará con pericia cada narración y diálogo, quien descartará el adjetivo innecesario, el adverbio mal empleado, el verbo incorrecto, el signo de puntuación que nada aporta. Pero ahí no acaba su labor.
“Hay editores que se quedan en lo superficial, la puntuación, por ejemplo, la ortografía. Es importante que eso esté bien, pero la revisión de un texto abarca mucho más, desde el contenido del libro, que el género en el que está escrito cumpla con todas las características y lleva un examen exhaustivo en ese sentido.
“En dependencia de las condiciones del editor, entonces podrá ser mejor ese trabajo. Un editor siempre tiene que estar activo y trabajar muy fuerte”.
Una vez que el libro está hecho la labor del editor está lejos de terminar, pues debe también trabajar en la promoción, comercialización y distribución de la propuesta literaria. “Constituye un quehacer de alta complejidad y está atravesado por la subjetividad, aunque en su desarrollo influye la carga de conocimientos que tiene el editor”.
Como en todos los aspectos de la vida, el trabajo del editor tiene una arista positiva, más favorecedora y placentera para quien ejerce esta actividad y otra no tanto, Norge la resume de una manera particular.
“Para mí lo mejor del trabajo del editor es el trabajo en sí mismo. Editar implica leer libro y una de las cosas que más me gusta hacer a mí en la vida es leer. Si seguimos hablando de satisfacciones, por hacerlo me pagan, es mi oficio, entonces siento total plenitud en ese sentido.
“Es muy satisfactorio influir en el nacimiento y crecimiento de un libro, verlo perfeccionarse, el diálogo con el autor que se siente satisfecho cuando ve que le entregas un trabajo de calidad, que advierte cómo mejora su libro.
“Lo peor es cuando el libro sale con problemas. Un editor nunca está tranquilo, se mantiene pendiente de que salga el libro para revisarlo de punta a cabo a ver si no salieron errores.
“Siempre existen probabilidades de que aparezcan imperfecciones, son pocos los libros que salen pulcros. Uno lo que tiene que hacer es intentar que salgan lo más cercano a la perfección posible”.
La garantía de calidad que su labor promueve hace que, en un binomio inseparable, autor y editor nos obsequien la maravilla de una nueva obra literaria. “Es importante para el editor tener claridad sobre la relación que establece con el autor y con el libro, así como el lugar que ocupa en esta relación.
“El dueño del libro es el autor y es él quien define en todos los sentidos, el editor solo sugiere. Hay autores muy quisquillosos que defienden a ultranza sus textos, los hay descuidados y también cuidadosos en todos los sentidos, que son receptivos y abren el diálogo diáfano.
“No obstante, el editor, independientemente de estas características de los autores, tienen que estar abiertos hacia él y establecer un intercambio armonioso para lograr un mejor resultado con ese libro”.
Fernando Pessoa dijo que la vida no basta, por eso existe la literatura. Para Norge Céspedes, además de editar, escribir se convirtió en una necesidad.
“El editor y el escritor en mi caso se complementan. El Norge que escribe requiere de la capacidad para escudriñar los textos propia del editor y así, por supuesto, escribir mejor; a su vez, el editor exige de las capacidades técnicas, de trabajo con el lenguaje, de ordenar un libro también para entender los textos que revisa”.
La edición es una profesión vocacional que se alimenta del amor al mundo del libro. “En mi caso, hay autores que han publicado en otras editoriales y cuando han llegado a la nuestra, Ediciones Matanzas, que es donde más he trabajado o Aldabón, afirman que en las nuestras el trabajo es riguroso en cuanto a la revisión de los textos. A la hora de enfrentarme a un texto lo primero para mí es entenderlo a fondo”.
El trabajo para los editores, aunque muchas veces invisibilizado por desconocedores de la intimidad del mundo editorial, no es para quienes lo ejercen como una mera opción profesional entre muchas otras, sino la única que satisface su necesidad de contribuir a fabricar esos auténticos cofres de sueños que son los libros.
Saludos a todos mis colegas de la Prensa matancera. Gran satisfacción he sentido con este trabajo de Jessica Mesa Duarte, a quien admiro como periodista y amiga.
Mostrar el trabajo de un profesional como Norge Céspedes, «es un tiro certero» a esos aspectos de la vida que merecen ser conocidos; porque así, podemos agradecer el aporte social de muchos y muchas que nos pueden enseñar y estimular a hacer algo para el bien estar de los demás.
Norge fue uno de mis compañeros de trabajo; talentoso y aplicado desde el primer momento en que comenzó a laborar en esta Radio 26. Les recomiendo que lean su libro «Las enfermedades de Martí».