21 de mayo de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

El tenue polvo de las bibliotecas

Hoy vive uno de esos letargos y muchas colecciones se han malogrado con el maltrato del tiempo y los malos manejos. A falta de estudios, proyectos, fuerza de trabajo especializada y presupuestos, oportunos y suficientes, continúa el lastre de una obra inacabada que ya merodea los 20 años.
Gener y Del Monte
Foto: Tomada de Internet.

Esta mañana, frente al vetusto y lastimosamente cerrado edificio de la biblioteca Gener y Del Monte, pensé en los ya lejanos días en que la visitaba.

Antes de convertirme en asiduo usuario de la emblemática institución matancera, mientras cursaba el quinto grado de la enseñanza primaria, leí por primera vez las Aventuras de Tom Sawyer, que hallé en algún anaquel de mi biblioteca escolar. La lectura de aquella edición ilustrada del clásico de Mark Twain le robó horas al juego, al sueño y a otros menesteres. En cambio me regaló el entrañable hábito de frecuentar el polvo tenue que  gravita en las bibliotecas.

Concluida la lectura del destacado escritor norteamericano, no atinaba entonces a devolver el libro. Algunos de sus capítulos hojeaba y releía una y otra vez. Pero la biblioteca recién inaugurada en la escuela primaria Antonio Luis Moreno, en la barriada de Pueblo Nuevo, de Matanzas, contaba con numerosos títulos a la espera de sus pequeños lectores. Allí nacieron mi pasión y complicidad con las bibliotecas.

De mis encuentros seminales con la Gener

Algún tiempo después visitaba frecuentemente el departamento juvenil de la biblioteca Gener y Del Monte, de la Atenas de Cuba. Agoté las colecciones de Verne, Salgari y Dumas, entre otros muchos. Con las inacabables lecturas, también adquirí la disciplina de devolver en tiempo los libros extraídos en préstamo, so pena de pagar la cuantiosa multa de dos centavos por día de atraso impuesta a los morosos.

Pocos años más tarde, la visita al otro edificio de la institución ubicada en el antiguo Casino Español, era cita obligada en cualquier horario del día.

Próxima a celebrar sus 190 años de fundada la biblioteca provincial se involucra además en la gestión promocional, el rescate de espacios habituales y el desarrollo de la investigación. Foto: Raúl Navarro.

Allí nos reuníamos cada vez los alumnos de la enseñanza media, universitarios, profesionales y simples lectores, para estudiar, consultar algún material o simplemente disfrutar de cualquiera de sus diversos servicios.

La sala de arte podía complacer los más exigentes gustos. Las pinacotecas de Gaugin, Picasso y Dalí ocupaban la atención de los amantes de las artes plásticas. En tanto, las colecciones de música eran disfrutables en los cubículos de audición disponibles en la institución.

Emporio de letras y sabidurías

En la época que no se radiaba la música de Los Beatles, ni todos disponíamos de tocadiscos para escucharlos en casa, algunos llevaban sus acetatos al departamento de música de la biblioteca. Allí, enfundando los discos en carátulas de Beethoven o de Chopin, procuraban la dichosa audición.

Las diligentes y bien preparadas bibliotecarias sabían localizarte en breves minutos el libro solicitado, o valiéndote de los ficheros podías consultar la existencia de textos  afines a la temática procurada. En cambio, siempre preferí perderme entre los numerosos estantes, en pos de algún título o autor para darme la oportunidad de descubrir otros de los que carecía de suficiente información.

Las bibliotecarias guardan celosas el misterio de sus más cercanos confidentes: los libros. Foto: Tomada de Radio 26.

La biblioteca cumplía a su vez una diversa programación cultural. Exposiciones, ciclos de conferencias, conciertos y muchas otras actividades de índole cultural solían colmar la institución con diferentes públicos.

Entre estos últimos nunca faltó a la sala algún visitante especial. Poetas trashumantes, filósofos trasnochados o religiosos conversos encontré a lo largo del tiempo. No descartaré la posibilidad de que alguno de ellos me endilgara semejantes atributos. En fin, la biblioteca entrañaba un vasto universo de personalidades y caracteres.

Con los años concurrí a distintas bibliotecas atendiendo las diferentes localidades donde me establecía de forma permanente o transitoria. La Biblioteca Nacional José Martí, tan próxima a la Quinta de Los Molinos donde estudié, siempre permaneció en el deseo de disfrutarla mucho más de aquellas esporádicas visitas de estudiante.

Una biblioteca que duerme…

La biblioteca pública en Matanzas data de las primeras décadas del siglo XIX. Ilustres naturales le procuraron un sitio y valiosas colecciones. Pero desde entonces hasta nuestros días diversas causas le mantuvieron cerrada por largos períodos. Hoy vive uno de esos letargos y muchas colecciones se han malogrado con el maltrato del tiempo y los malos manejos.

A falta de estudios, proyectos, fuerza de trabajo especializada y presupuestos, oportunos y suficientes, continúa el lastre de una obra inacabada que ya merodea los 20 años.

Construcciones Diamante asumió el año anterior la restauración de la planta baja del edificio. Foto: Periódico Girón.

Mientras tanto, una generación de matanceros, cuando más urge enfrentar la avalancha de banalidades y seudocultura al uso, creció y crece sin el disfrute de una institución imprescindible a la defensa de nuestra identidad.

El polvo de las construcciones es inevitable, pero se hace sordo y molesto, sobre todo cuando por muchos años no concluye en una obra cierta, tangible y de pertinente valor de uso. Más allá de añoranzas y sentimentalismos, si el daño no es irreparable y existen posibilidades objetivas de salvar la biblioteca provincial Gener y Del Monte, es preciso salvarla.

La historia y la cultura matancera rescatarían al fin ese otro polvo fundador con que también se hornea el carácter y la grandeza del espíritu humano. El que prodiga saberes y construye conciencias, el polvo tenue de las bibliotecas.

1 comentario en «El tenue polvo de las bibliotecas»

  1. Matanzas no debe llegar a sus 330 años de fundada sin contar con su biblioteca, instalación por la que han pasado centenares de coterráneos. Debería darnos vergüenza tener así a una de las entidades matanceras más importantes de la localidad, cuna que resguarda (¿?) el periódico príncipe de Cuba: La Aurora. Estamos echando por tierra el esfuerzo de sus fundadores y de las decenas de bibliotecarios que, con dolor, hoy la ven cerrada sin cumplir su máxima función. Hace años que no entro ahí. Me da nostalgia ver sus salones vacíos, donde se enseñorea el polvo y la desidia. Extraño a sus viejos trabajadores: Orlandito, Mirtha, Tita, Azuce, Espery, Nereyda, Mayita, Mariela, Cachita, Gilberto, que me ayudaron a hilvanar cuantiosas líneas para el periódico Girón y el semanario Yumurí. Las pocas veces que transito el Parque de la Libertad, trato de no mirar hacia allí, porque el corazón se me sobrecoge. Matanzas, repito, no debiera llegar al 12 de octubre con la biblioteca más importante de la provincia en esas condiciones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *