Espino: El libro para niños debe despertar el verbo hermoso
El escritor matancero José Manuel Espino Ortega se siente igual a los personajes de sus libros, alegres y soñadores; lo cual le permite arribar a su aniversario 57 con ese espíritu de regocijo y esperanza que tanto admiran los matanceros.
Resultan populares su aire jaranero y, a la vez, la profundidad de su pensamiento y oratoria, lo que le facilita entablar diálogo con todas las generaciones y así patentizar su posición ante los retos de la realidad contemporánea.
Catalogado por la crítica especializada como uno de los más importantes escritores de literatura infantil y juvenil del país, ha desplegado sus dotes además como dramaturgo, promotor cultural y crítico literario.
Por esa razón, la entrevista, concedida en ocasión de su natalicio, aspira a reflejar su pensamiento, mucho más cuando él no titubea ante la avalancha de preguntas:
¿Considera la escritura su vínculo directo con los públicos?
–“Sin dudas, la escritura es mi vínculo directo con el mundo, aún me asombra constatar cómo un texto, hijo de mi experiencia o mirada singular, puede establecer conexiones más allá. Y en cuanto a los géneros, creo mucho en la ruptura de sus fronteras”.
¿Piensa que los que escriben para niños poseen una visión del mundo diferente al resto de los mortales?
-“Creo que los que escribimos para niños miramos al mundo con ojos de infancia. De lo que tengo certeza es que si la escritura para ellos no está acompañada de duende, ángel, jiribilla, será un ejercicio estéril, una mísera trampa del adulto.”
¿El primer texto que escribió? ¿La primera publicación?
–“El primer texto fue una redondilla inspirada por el deslumbramiento del amor, una imitación torpe a la manera de Gustavo Adolfo Bécquer, allá en el lejano 1978. Debe perdonárseme si se tiene en cuenta que fue un error del pasado siglo. Siguiendo este juego de iniciaciones, un poema en la añorada revista Textos de la ciudad de Colón fue mi primera publicación.
¿Principales premios y número de libros publicados? ¿El último? ¿El preferido?
-“Sobre los Premios: el David, La Edad de Oro, Uneac y Dora Alonso, aunque guarde particular afecto por el Premio Pinos Nuevos con mi poemario ‘Rantés vive en la otra puerta’.
“El número de libros publicados pasa la treintena. El último es Rosa de los vientos’, que agradezco a Ediciones Aldabón, increíble desde las bellísimas fotos de Williams Grillo, el esmerado diseño de Johan Trujillo y la cuidada edición de Yanira Marimón. Un lujo indescriptible.
“Si debo confesar mi libro preferido, reconozco la predilección por ‘Chico’. Fue mi punto de partida en el teatro para niños y además es un homenaje a Chaplin, al cine mudo, a Armando Calderón…”
¿Influencias de otros autores que han marcado su estilo intertextual?
-“Borges decía que el escritor confunde la literatura con un autor, a mí me pasa con él. Mi mayor influencia se llama Jorge Luis Borges, padre de laberintos magníficos.”
¿Opina que los textos para niños deben despertar alegría o abordar traumas de la infancia? ¿Qué significado le otorga a la familia?
-“El libro para niños sobre todo debe despertar el verbo hermoso, si lo hay, cada quien elige el camino posible, lo que sí no creo que seamos los autores para niños quienes debamos abrir la caja de Pandora.
“Y la familia, para mí, es muchas veces el eslabón perdido entre el niño y el libro, cuando desde cualquier perspectiva debiera ser la llave a otros mundos.”
¿Es la literatura un desafío ante las desgarraduras existenciales de la Humanidad?
-“Desafío es porque son tiempos poco amables. Asistimos al espectáculo más terrible del mundo, somos sobrevivientes de una pandemia y todavía no tenemos conciencia de la magnitud de las heridas como para adentrarnos en conflictos bélicos. No sólo de guerras muere el hombre. A los escritores nos queda la palabra.”
Este año, según su discurso, se ha visto congratulado con la publicación de la bella antología personal de poemas para niños y adolescentes Rosa de los vientos, con el éxito continuo ante el público infantil del espacio participativo la Peña “El Maíz Regado” y del Taller Provincial de Autores, los cuales dirige y anima, así como con su participación en la Feria Internacional del Libro, en Antofagasta, Chile.
Además, continúa con su trabajo aglutinador de dirigente. Curiosa le pregunto si le agrada su faceta de líder. ¿Pensó alguna vez asumir cargos de gran responsabilidad como ser el Presidente de la UNEAC en Matanzas? ¿Qué conflictos le provoca, qué satisfacciones?
-“Me gusta ser útil y ser presidente de la UNEAC es la oportunidad de conciliar un proyecto que haga bien a la Cultura en Matanzas. El mayor conflicto es que a veces alguien olvida que primero soy un creador.
“La mayor satisfacción es devolver el esplendor a la Casa Social con aciertos como el Café Mezclao de Zaldívar, las Tardes de la Rumba con los Muñequitos de Matanzas o el espacio El concierto, sumados a los espacios establecidos la Tertulia de la Matanceridad de Leo García o mi Peña Infantil, que comparto en la última etapa con Yenisbel y Loreley Rebull. Esos días la UNEAC es una fiesta.”
Vivimos tiempos difíciles, comentan todos. ¿Qué le duele, qué le hace padecer? ¿Se siente dichoso con lo que le ha deparado la vida en sus más de cinco décadas de existencia?
-“Me duele el egoísmo, la falta de fe, la indolencia; pero yo me siento particularmente feliz porque valoro altamente los privilegios que me han sido dados. Y créeme, impenitente, estoy lejos de sentirme de 57 años, aún me siento con el valor de escribir unas redondillas a la manera de Bécquer por el deslumbramiento del amor.”
Pero, ¿quizás espera más? ¿Nos confiesa cuáles son sus planes inmediatos o tal vez, sus sueños?
-“Espero que la vida me sorprenda para bien. Nunca imaginé ir al desierto y de primera mano y contemplar la belleza agreste de una flor, algo que me sucedió recientemente en tierras chilenas. Entre mis planes, hay un Premio que se resiste a estar entre mis trofeos de caza, ahí hay un desafío.
“Y sueño… con cosas simples; para que se me den.”
Tengo que reírme. Espino es así, diáfano, transparente y dice lo que piensa, aunque a veces surja en tono de chiste o lo asuma como recia conducta a seguir ante la voluntad de defender la cultura nacional y el patrimonio material e inmaterial de la Atenas de Cuba