Otorga la UNEAC en Matanzas beca de creación Juan Francisco Manzano (+fotos)
El Salón de los Poetas en el Archivo Histórico provincial, en la casa donde vivió y lanzó su último suspiro el bardo José Jacinto Milanés, el 14 de noviembre de 1863, fue escenario de la más antigua tertulia poética de Matanzas, el famoso Miércoles de Poesía, con los invitados Arístides Vega Chapú y Lidia Meriño Hernández, dos intelectuales reconocidos y admirados en todo el país.
Como expresara en su presentación el escritor Alfredo Zaldivar, Premio Nacional de Edición, Arístides resulta muy cercano, porque vivió en Matanzas muchos años y ha visitado esta ciudad, en calidad de jurado participante o amigo, en numerosas ocasiones y Lidia ha estado en estos lares, al punto que ambos, como se supo después, se enlazaron a primera vista en un encuentro en el mítico puente de Tirry.
Al comenzar, el laureado poeta villaclareño quiso dedicar su recital a Teresa Melo, para rememorar su último acercamiento a ella, y hablaron de Sigfredo Ariel con gran nostalgia.
El salón aleteó sus paredes, cuando se escucharon los poemas de Vega Chapú, emitidos con fuerza y voz vibrante, para llevar a los espíritus, la visión íntima de aves y seres escondidos en las brumas de un túnel, acechando un cielo que aparece y se marcha, con la esperanza de abrir otro túnel que no sea ese que le asfixia; y de azotes al temor a una guerra dibujada por años en el borde de una consigna.
Se remontó en el ensueño por volver a ver a la nietecita que ahora no alcanza, aquella niña, que está allí, que salta para oír a las aves que borran los tiempos…
El poeta amarra entre sus dedos las palabras, para apiadarse de la mujer que habla sola de su hábitat al otro lado de la luna y del “Niño con la bota”, inerte en su pedestal, picoteado por un entorno donde se baila y canta junto a una muchedumbre indiferente que hace fotos a su sombra.
Y como muestra de su diafanidad, entonces nos sorprende en aliento final, con un giro, y le canta al poder de la mujer hermosa que le protege de un viaje inexistente.
Lidia Meriño, al inicio, parece con sus versos atemperar la atmósfera, pero lejos de ello, enciende el polvorín al rebelarse ante la ríspida realidad de las mujeres, para luego descansar en la inocencia del hijo que purifica los desmanes del universo y arremeter de nuevo contra los aires de fiesta, en los momentos quizás más tristes de la vida, cuando ya no se danza al ritmo de la misma canción.
Los aplausos continuados fueron obsequios para los creadores, como también la entrega a Arístides Vega, de una reproducción del Acta y Plano Fundacionales de la Ciudad, por parte de Carlos Torrens, director del Archivo Histórico.
La música se presentó a través de la dulce voz de Olga Margarita Muñoz, con una de las piezas de la inolvidable Marta Valdés, y en las armonías a la guitarra de Jonatan Rivero.
Presenciaron este significativo encuentro, José Manuel Espino, presidente de la UNEAC matancera y Noslen González, subdirector de Cultura provincial, junto a decenas de escritores yumurinos, en la fecha del aniversario 161 del deceso de Milanés y como parte de la jornada por el Premio Literario que lleva su nombre, oportunidad idónea para entregar las becas de creación Juan Francisco Manzano, que otorga la Asociación de Escritores de la UNEAC.
El jurado, integrado por Loreley Rebull, Ulises Rodríguez Febles y Alfredo Zaldívar determinaron, entre cinco proyectos finalistas, que los galardones recayeran en la novela “Arenas de Espacteria”, de Raúl Piard; los poemarios “Cementerio de naves espaciales”, de Pablo G, Lleonart y “Tornillo de plata”, de Nathaly Hernández, así como el testimonio teatral “Rómpete la pierna”, de Norge Céspedes.
Vale recordar que el espacio “Miércoles de Poesía” surgió en 1978 en la propia casa de Milanés, bajo la coordinación de Ricardo Vázquez y Saúl Vento, quienes acogieron a relevantes figuras de las letras nacionales e internacionales, entre estas, Mario Benedetti, Ernesto Cardenal junto a Cintio y Fina más Roberto Fernández Retamar, Carilda, Digdora y todos los poetas del patio y de la nación que, cabe resaltar, acuden prestos al llamado de este importante evento, con 46 años de existencia, devenido paradigma patrimonial de la poesía en Matanzas.