René Quirós: “Mi vida se engrandece con el arte”
Fecunda es la vida de René Quirós Valdés. Hombre de palabra y acción en el magisterio artístico, como Premio Nacional de Cultura Comunitaria y director del famoso proyecto cultural Reparadores de Sueños, a quien no le asustan la edad ni las dificultades, siempre dispuesto a encontrar motivaciones para el buen hacer en cualquier rincón de su ciudad y del mundo.
Larga trayectoria la de este artista, de 84 años, mirada inquieta, gestos enérgicos, que confiesa con orgullo ser de los primeros instructores de arte del país, con un particular concepto de la vida cuando expresa:
“La vida es esfuerzo, dedicación; es familia, concebida de una manera amplia y propiciada por la propia existencia. Abarca también al vecino, a los estudiantes y a los compañeros del batallar diario.”
Conocí a Quirós hace décadas, cuando ocupaba grandes responsabilidades como representante de UNICEF en Cuba.
“Trabajé con la UNICEF en varios proyectos, en Cuba y fuera del país, de los cuales estoy satisfecho, porque incentivó mi existencia. Estuve en uno en Centroamérica, de animación cultural, con sede en Nicaragua. Una experiencia fabulosa. Me permitió impartir clases a promotores de cultura de esas naciones sobre la visión cubana acerca del movimiento de aficionados, la importancia de las casas de cultura.
“Aprendí mucho a la vez, porque sus realidades no son las mismas que las nuestras, al comprobar el avance que nosotros hemos tenido en esa esfera y del que ellos carecían.
“Tuve el apoyo de Pierre, el jefe del proyecto, un francés que en la entrevista conoció por primera vez el concepto cubano de lo que significaba ser un instructor de arte. Al paso de los días se sintió tan admirado con mi trabajo que confesó que ojalá que en la UNESCO existieran muchos consultores que tuvieran esa categoría artística. Y me promovió a jefe de Animación de la Cultura. Me presenté en Nicaragua, Panamá y Colombia. Fue un trabajo que fortaleció mi profesión.”
Quirós se emociona en cada respuesta y lo conduzco hacia una de sus pasiones, al preguntarle, cuál es su opinión sobre la relevancia de la labor comunitaria, porque en mi criterio, ante las dificultades materiales existentes en la actualidad, esa línea de trabajo se convierte en esencial para el desarrollo y expansión del arte hacia barrios y poblados, mucho más en los más lejanos.
“El trabajo comunitario existe desde los inicios de la Revolución, cuando Fidel crea las escuelas de instructores de arte, es el fruto de su pensamiento abarcador para llevar la cultura al pueblo. Si yo he llegado a ser consultor de la UNESCO, a obtener lauros nacionales, es por sus ideas trascendentales de cómo expandir los valores morales, educativos y cultos mediante los instructores de arte.
“Mi primer trabajo fue en Unión de Reyes y me personé en las granjas, en el taller Primero de Mayo, en el central Puerto Rico Libre, en las comunidades y allí pasé a ser director de Cultura y luego director regional, responsable de todos esos poblados: Cidra, Sabanilla, Alacranes, Cabezas, Bolondrón… y nunca dejé de ser instructor de arte.”
Sobre su quehacer incesante como director del proyecto Reparadores de Sueños, con sede en lo último de arriba de la calle Dos de Mayo, donde al extender la mirada se ve la ciudad y su esplendorosa bahía, me dijo conmovido:
“La gente siente al complejo cultural Abraham Lincoln, en el barrio de Simpson, como suyo. Hay quien me ha dicho si me creo ser el dueño de ese local y yo le respondo que sí, porque yo lo hice, lo conservo y la comunidad respira un aire diferente.”
Lo mantienes vivo…
“Han planteado cerrarlo para reparación, pero yo sigo con mi trabajo comunitario, así sea en medio de la calle, es una necesidad de los habitantes de este barrio, distanciado del centro de la ciudad.”
También aboga por incursionar con todos los servicios en los lugares más vulnerables y lejanos. Ese día las personas se sienten felices.
“Sigo pensando que la espiritualidad en nosotros es vital. Podemos no tener electricidad, tal vez no tenga el medicamento o el alimento deseado, pero cuando se llega a uno de esos sitios, los rostros cambian. El arte es la medicina, el alimento más placentero en ese instante. Todos somos mejores seres humanos cuando llegamos allí.
“Y Fidel lo dijo: Los instructores son los médicos del alma y no se equivocó. Brindamos, a la par, alegría y humanismo».
Lo miro y comprendo su pasión, al decirme finalmente.
“La vida es maravillosa y ojalá no tuviese final, pues rinde tributo a mi deseo de servir, de brindar lo que sé, lo que me inculcaron mis padres y maestros.
“En mi caso, se engrandece con el arte, para lograr que quienes me rodean sean mejores personas, más humanas, seres que puedan tener una relación con el resto de los semejantes, sin diferencias por tener riquezas, sino enaltecidos por lo espiritual.”