Ulises Rodríguez Febles: la sociedad develada
Ulises Rodríguez Febles nunca ha sido ajeno a su entorno, cada obra, tallada como orfebre para el teatro o la lectura, refleja paisajes sociales, interiorizados en personajes que se sienten vivos y cercanos, al expresar sentimientos tan reales que a uno le pareciera fuese lo que ocurre a un amigo, a un pariente o a uno mismo.
Dramaturgo, narrador, innato promotor, dirige la Casa de la Memoria Escénica, única de su categoría en el país y asume labores periodísticas y actorales, conversa con frenesí, adora a su familia, es guapo y cae bien.
Y quizás, lo más peculiar en estos tiempos vertiginosos, estudia, observa, reflexiona y escribe, escribe mucho, como estilo de trabajo, como esencia de vida, lo que le lleva al logro de singulares obras en los géneros de teatro, novela, cuento, crítica y crónica.
Sus lauros nacionales e internacionales son múltiples, lo que motiva mi entrevista, en esta especie de epítome de fin de año.
Que precisamente fuera una obra de homenaje al Danzón la que alcanzara mención en el Premio Casa de las Américas, ¿deviene impulso a continuar abordando la música cubana en su creación? Ya fue un éxito en escena la obra Yo soy el Rey del Mambo, ¿cuándo será llevada a las tablas la del baile nacional?
“La música está presente en muchas de mis obras, desde El Concierto o Saxo, aunque con otra perspectiva, más en función del contexto, de los personajes.
“Danzón y Yo soy el Rey del Mambo tienen la particularidad de lo histórico, del homenaje a figuras emblemáticas, como Dámaso Pérez Prado o Miguel Failde, y a géneros, como el mambo y el danzón, pero especialmente, el tratamiento de la estructura musical que sirve a la dramatúrgica, algo que quiero seguir experimentando en otros proyectos, como en la última novela que estoy trabajando.
“Ambas obras son un hermoso homenaje a la cultura cubana y su relación con la mexicana, pero también es un homenaje a Matanzas, la ciudad, con su rica historia cultural.
“Recuerdo en México, cuando Pérez Prado en Yo soy el Rey del Mambo, interpretado por el actor Gerardo Trejoluna, en puesta de Conjuro Teatro, decía el texto que hablaba de la incidencia de la ciudad en su vida, del espíritu de los barrios de Pueblo Nuevo y La Marina, ocurría una conexión muy especial con el público y yo desde mi butaca recibía un especie de iluminación espiritual, de orgullo por la ciudad de donde provengo, que era la misma de Pérez Prado, de White, de Failde y de muchos otros músicos, literatos, dramaturgos relevantes.
“Danzón debe estrenarse algún día del 2026. Trabajamos en ese proyecto para volver a unir a mexicanos y cubanos en una puesta, que en este caso está concebida como un gran musical y por lo tanto requiere de más recursos económicos.
“Esperamos contar con la colaboración de ambos países. Lo único que se puede adelantar, es que Danzón Cuba lo interpretará Bárbaro Marín. Es como imagino a Danzón Cuba. Al menos en el gérmen de lo que puede ser.”
Este ha sido un año fructífero en su carrera literaria…
“Ha sido, digamos, un año preparatorio para otros nacimientos, que se concretarán en el 2025 o quién sabe cuándo. La mención en el Premio Casa de las Américas tiene importancia, es un estímulo a seguir concretando otros proyectos teatrales.
“Para mi es importante, más allá de que sea un premio o una mención, porque te visualiza, porque entre tantos textos, llamó la atención, y sobre todo, porque me estimula y también a otros creadores, a trabajar en esa propuesta de un musical.
“Este año también se estrenó por Conjuro Teatro La maga no soy yo, con funciones muy particulares en Cuba y México. Fueron días hermosos, en que el personaje creado por Cortázar anduvo con nosotros, a nuestra manera, con mi perspectiva de ver a Rayuela y reinventarla, incluso de cuestionarla, que es una de las opciones de rendirle homenaje. Quizás fue uno de los pocos que se le hizo a Cortázar en los 110 años de su nacimiento, al menos en Cuba.
“Este año escribí dos textos que ya tienen sus intérpretes, esto es algo que te mantiene activo y colaborando con otros en esas visiones. Este año continuaron las funciones de Emilia habla con los que no escuchan y también de Campo minado, por Teatro La Barca. En Camagüey colaboré con Teatro del Viento, con dos textos muy breves para la puesta Moira Criolla.
“La Feria del Libro de Matanzas, que me dedicarán, es algo que me emociona e incita a trabajar. Creo que es un reconocimiento a un dramaturgo y su obra, además de mis otras áreas de creación.
“A veces no se reconoce a un dramaturgo, como un escritor. Los casos de Abelardo Estorino y Eugenio Espinosa, por ejemplo, galardonados con el Premio Nacional de Literatura, además del de Teatro, defienden las potencialidades literarias de la dramaturgia y la reconocen por sus altos valores literarios.
“Agradezco al Centro provincial del Libro y la Literatura de Matanzas por esta selección, en nombre de mis colegas. Algunos de mis libros saldrán en la feria, y es otro regalo. Huevos es uno de ellos.
“Es la primera vez que se publica de manera independiente y no como parte de una antología. Y tendrá algo que merecen los libros de teatro, una cronología de puestas y publicaciones, el prólogo de mi maestro y amigo José Luis García Barrientos, síntesis de lo que ha dicho la crítica e imágenes de las veces que ha sido representada.
“También como valor agregado, la edición de mi querido amigo y editor estrella Alfredo Zaldívar Muñoa y el hermoso y dramático diseño de Johan E. Trujillo. Hay otras sorpresas, pero esas son para ser reveladas en otras entrevistas.”
Sin embargo, su dinámica personalidad le lleva a tratar temáticas más cercanas al acontecer social, no solo para el teatro, sino en la novela y la cuentística. Creo que es el escritor cubano que más se acerca a todo lo que acontece en el país, como un cronista de época.
“No soy el único, pero soy uno de ellos. Desde mis inicios me preocupa la sociedad. La sociedad es un factor que incide en todos.
“El monólogo por el que llegué al teatro profesional y a trabajar con Albio Paz, René Fernández y Pedro Vera, se llamaba El Corcel Verde y era una metáfora de las prohibiciones, de los límites, de la tragedia de un joven en los 90, que ahora mismo está vivo en las problemáticas de los jóvenes del 2024.
“El señor de las tijeras era una metáfora de otro tipo de prohibiciones. Y también era un joven como yo en esa época y un joven como los de ahora en otro contexto.
“Cada día me preocupa más la sociedad. Es algo de lo que no puedo desligarme. La sociedad es la que me provoca, porque es bastante caótica y desconcertante, y por lo tanto, ella misma me ofrece sus temas. Y la historia me apasiona, la del presente, que será la del futuro. Es algo visceral en mí.
“Eso va relacionado con la memoria, y mi trabajo con ella, y mi preocupación en otros ámbitos. Creo que sí, que el acontecer social es una de mis constantes, y creo que lo seguirá siendo, lo que muta es el contexto y también la manera de abordarlo.”
¿Se reafirma dentro de las tendencias contemporáneas en el uso de recursos metafóricos e intertextuales?
“Criaturas de isla es una metáfora y una alegoría de la nación. Y juega con los intertextos a partir de la poesía de Dulce María Loynaz. Yo soy el rey del mambo se construye sobre una metáfora musical y el juego intertextual constante con la voz de Pérez Prado y su música. Lo mismo ocurre con Danzón.
“De mi primera obra a las últimas hay zonas diversas y también diversas maneras de enfrentar estéticamente la realidad u otras zonas de la existencia.
“La novela Las últimas vacas van a morir, que creo hasta ahora sintetiza lo que ha sido mi creación toda, es una metáfora alucinada de la Tierra, como nacimiento, vida y muerte. La esperanza brota de la destrucción, es un acto de fe, en que las cosas deben cambiar, es obligatorio que cambien.”
¿Cuánto ha influido en su apreciación intelectual la dirección de la Casa de la Memoria Escénica, con ese tesón por preservar la historia teatral de Matanzas y Cuba, que ya no cabe entre las paredes del Consejo de las Artes Escénicas en Matanzas?
“La Casa de la Memoria Escénica siempre la he visto como un acto de creación, para mi es una novela, intensa, dolorosa e iluminada, de la cual estoy llegando a su epílogo. Lo que me une a ella, el acto de reinventarla, es lo que la hace atractiva y dolorosa, porque tiene una mezcla de todo un poco, la odio y la amo. Y ahí está uno de mis grandes conflictos.
“Creo que ha contribuido a que pueda pensar con rigor la significación de la memoria en nuestras vidas y en la sociedad. La memoria como un vacío y la lucha por activar y alimentar su existencia, como responsabilidad individual y colectiva. La historia sumergida y develarla.
“Junto con la Casa de la Memoria fui desarrollando mi obra como dramaturgo, investigador, promotor y también parte de mi vida personal de los 30 a los 56; entre sus anaqueles, por ejemplo, he escrito casi todo, desde El Concierto, hasta Las últimas vacas…, salvo Cuarentena, que escribí en mi casa, durante la pandemia, por lo tanto el concepto de memoria, identidad, patrimonio viaja con mi biografía personal y creativa, junto al cuestionamiento de esos conceptos, y otros más, como la ética, las ideologías.
“Es también la responsabilidad de indagar, dinamitar y difundir esa memoria. Si no cuestionas, estás inerte como un cadáver. Una responsabilidad, con los vivos y los muertos, los que me confiaron sus documentos, con la nación, a los que pertenecemos todos, con su ética (la de la seriedad, el rigor) y la capacidad de existir, como una criatura de isla, en la que viven la belleza y la destrucción, la esperanza y el caos.
“La Casa me hace pensar el universo desde la lucidez intelectual, me hace cuestionar la ceguera en la que se vaga, con los ojos arrancados y sin luz. O con luz, a veces, como se necesita, pero que no siempre se nos permite.”
Precisamente en la ciudad de Matanzas ha desarrollado la mayor parte de su vida, pero no deja de retornar a su raíz rural, incluso resulta inspiración de sus escritos y acciones.
“Soy una mezcla de lo urbano y lo rural. Mi memoria está habitada por lo rural, fundamentalmente, por un concepto muy particular de la familia y su relación con un entorno que se ubica en el Valle de Guamacaro.
“Por ejemplo, entre la belleza de la bahía de Matanzas, donde vivo o la de un paisaje en el campo, me seduzco por lo último, es algo genético. Lo que más extraño es el contacto con mi gente del campo, la manera en que vivimos y pensamos la vida, aunque casi todo forma parte de la memoria.
“Lo hermoso está en el pasado y en el futuro, que tiene la posibilidad de reinventar la realidad. Lo rural se hace más evidente en uno, precisamente cuando empieza a asimilar y vivir con ciertos códigos de lo urbano, aunque sea en una ciudad como Matanzas, que es tan apacible como una extensión de tierra, porque su geografía y arquitectura, su espíritu te ofrecen tranquilidad, demasiada.
“Ciertas parte de esa mezcla y de esas connotaciones, está en Las últimas vacas van a morir. La historia de cómo lo urbano ha intentado dominar el espíritu rural para destruirlo, no como convivencia, es algo corrosivo, que nos aniquiló a todos. Al menos, el resultado final ha sido el vacío de muchas cosas.
“Lo más noble que he hecho es dejar esa memoria de la gente del campo con su tragedia y también investigar y ofrecer a la gente de mi matria un poco de lo que podía ofrecerle, su tragedia; pero de todos modos me siento como Francisco de la Cal, el personaje de mi novela, sembrado y renaciendo en el medio de una presa de agua sucia, sobre los vestigios de lo que fue su vida (casa, arboleda, objetos, animales, espíritu) y esperando que todo cambie, mientras el fuego destructor devora el paisaje.”
A veces noto en su mirada trazas de inquietud. No obstante, mi visión es la de un hombre incontenible, pletórico de talento y energía, a pesar de las adversidades, las carencias, que amedrentan a otros.
“Mi inquietud tiene que ver con lo que me hubiera gustado alcanzar y no he podido. Nada que ver con lo creativo, con lo literario. Lo que veo, y vuelvo a mi trabajo con la Casa de la Memoria Escénica, el patrimonio, la historia no es lo que otros ven (al menos algunos), es decir, tengo mi propia mirada de las cosas y siempre he pensado en los objetivos que quiero alcanzar.
“Pero lo que importa es que algún día, lo que he soñado se alcanzará y pienso en mis concepciones de archivo escénico, en otros caminos para conservar y difundir el patrimonio. Quiero pensar que soñé con cosas posibles, que pronto defenderé como tesis de maestría.
“Soy optimista, porque pienso en el futuro. No tengo ni una pizca de pesimista, pero me hubiera gustado concretar aún más mis sueños, que no son ni egoístas, ni individualistas, tienen de civismo, de defensa de la identidad cultural de la nación en que nací.
“A veces las condiciones no están creadas. O se hacen imposibles, por la mentalidad de otros. La inquietud tiene el espíritu de las represas de agua.”
Se siente satisfecho o tiene ya en mente nuevos proyectos.
“Insatisfecho. Cada vez estoy más insatisfecho. Tengo muchos proyectos, los creativos son mi responsabilidad, los otros tienen que ver con lo colectivo. Con esos estoy realmente insatisfecho. No es lo que soñé, ni mi generación. Tienen que pasar muchas cosas para estar satisfecho y totalmente feliz. Necesitamos, como nación, la felicidad.”