Javier Leyenda, Sotomayor de América
La conductora de los Premios Panam Sports pidió decir ella el nombre del ganador en el apartado de Leyenda. Cuatro candidatos luchaban por esta condición, cuatro nombres que reúnen en sus cuerpos y almas los más grandes premios olímpicos y mundiales. Mark Spitz, Thiago Pereira, Félix Sánchez y Javier Sotomayor. Pero solo uno podía ser el vencedor. Con voz femenina se escuchó: Javier Sotomayor. Y el primero en abrazarlo fue el vallista dominicano, sentado a su lado. El Soto, vestido de impecable traje negro con camisa blanca, acostumbrado a tantos reconocimientos, subió despacio al estrado y sonreía, se le veía nervioso, o quizás emocionado.
El Presidente de la organización deportivo continental, Neven Ilic, lo abrazó y le dijo apenas una frase: «Felicidades, te lo mereces». Y el matancero, el cubano, el hombre que más alto ha saltado por su propia fuerza, agradeció el gesto con la sencillez de siempre. «Quiero aprovechar para agradecer a tantas personas, sobre todo agradecer a los votantes, a mis padres y a mis abuelos por ser los inspiradores de mi carrera deportiva, a cada uno de mis entrenadores que son los responsables de mis récords y medallas obtenidas, y agradecer a mi esposa y mis hijos por ser el sostén de mi día a día. Me siento en este preciso momento un hombre afortunado, feliz».
Los aplausos volvieron a estremecer el teatro de Miami, donde se celebró la ceremonia. Ya con el premio en sus manos, Sotomayor volvió a su asiento y comenzó el recuerdo más íntimo. Lo había podido resumir en menos de un minuto, y solo pensaba si no olvidó a nadie, pues los 2,43, los 2,44 y los 2,45 no hubieran llegado y no fueran la referencia que son desde hace más de 30 años sin nombres imprescindibles.
Repasó en silencio. La vista volvía una y otra vez al premio. Recordó entonces que hace poco más de un mes estaba en Santiago de Chile como invitado a los Juegos Panamericanos, donde fue el más seguido por los medios de comunicación, el que más entrevistas y preguntas se robó en las conferencias de prensa, aunque estaba acompañado de mostruos como Carl Lewis, Serguei Bubka, Mike Powell, nuestro Mijaín López y el propio Félix Sánchez.
Durante toda la noche que duró la ceremonia, el único cubano nominado y premiado en esta Gala parecía estar listo para una nueva sorpresa. Y finalmente llegó. En el coctel de clausura se le cercaron muchos para una foto, para que le firmara hasta una servilleta como recuerdo. A todos complació con delicadeza y sonrisas. Le pidieron entrevistas todas las cadenas de televisión acreditadas y cuando le volvieron a preguntar qué era lo más difícil a la hora de recibir el premio no titubeó: «no olvidar a nadie, no olvidarme jamás de dónde vengo, no olvidarme de Cuba».
.Joel García/ Tomado de su perfil en Facebook