Novato matancero lanzó el último “no hit no run” del siglo XIX en Cuba

Muchos matanceros brillaron en la Liga General de Base Ball de la Isla de Cuba, nombrada así en el siglo XIX. Desde el inicio de estos torneos en 1878, en el que participó el equipo Matanzas, ya ganaron prestigio nuestros jóvenes beisbolistas, solicitados en las siguientes temporadas por equipos históricos como Almendares y Habana.
El Matanzas de la temporada de 1892-1893 formó parte de los campeones de este béisbol en la etapa hispana. Otros conjuntos de igual nombre pelearon en cada salida al terreno y a ellos hay que agregar el Progreso, segunda nómina de la ciudad yumurina y el Cárdenas.
Algo inesperado ocurriría en el certamen correspondiente a 1889, cuando no participó el Almendares y sólo lo hicieron de la capital el Habana y el Fe, por lo que la provincia de Matanzas inscribió a sus tres equipos. Era la primera y única ocasión que un trío de conjuntos de otra provincia competía en la Liga.
Fue el debut en estos campeonatos del lanzador derecho matancero Eugenio Rosas, de quien poco se ha hablado y que realizó hazañas desde el montículo del equipo Progreso ese año. Este joven competiría después en otras dos series con el Progreso, una con el Almendares y dos con el Águila de Oro.
El día 14 de julio de 1889, juego número 50 de ese torneo, Eugenio, desde el box del Progreso propinó el segundo y último juego de cero hit, cero carrera del siglo XIX de estas competencias, en el terreno Quinta de Oña, sede de su equipo, y frente a otro elenco del territorio, la selección de Cárdenas. El partido finalizó 8 carreras por 0. Los ganadores conectaron 10 inatrapables y cometieron 7 errores; mientras los cardenenses llevaron a la hoja de anotación la friolera de 14 errores.
Rosas ponchó a siete rivales y concedió dos boletos. El primer juego sin carrera y sin hit lo lanzó Carlos Macià, del Almendares frente a los Carmelitas el día 13 de febrero de 1887. El marcador fue de 38 por cero.
Para el Progreso esta joya de picheo fue el desquite de su derrota del 4 de marzo ante los “cangrejeros”, en los terrenos de Cárdenas, un partidazo de 16 entradas, récord entonces, en el que Oscar Mihoura, por los locales, permitió solamente un inatrapable y Eugenio Rosas, tres. Entre ambos tiradores llegaron a 26 ponches propinados (Mihoura, 17 y Rosas, 9), para igualar la marca de estos eventos que habían conseguido el 3 de febrero otros dos coterráneos: Avelino Cairo, del Matanzas, con 15 y el propio Mihoura, del Cárdenas, con 11.
Eugenio Rosas finalizó esa temporada como líder en ponches con 144, juegos iniciados con 20 y en juegos completos, 18 y segundo en bases robadas con 14. Cuando no lanzaba lo utilizaban en casi todas las posiciones, ya que
era buen bateador, corredor rápido y destacado a la defensa en el cuadro y los jardines. Fue líder en triples dos veces y en dobles en tres ocasiones.
Solamente compitió, como señalamos, en seis campeonatos, en los que como lanzador ganó 12 y perdió 18, de esos 8 por diferencia de una carrera; ponchó a 222 rivales y regaló 90 bases por bolas. Al bate fue 300 veces al bate y produjo 77 inatrapables, de ellos 6 triples y 8 dobles, para promedio de 256.
En su primera campaña de 1889, a su buen trabajo desde el box, con ese “no hit no run” como debutante, le merecía ser reconocido el Novato del Año, distinción que no se aplicaba en el siglo XIX.