14 de febrero: Oda al amor y la amistad
Desobediencia y rebeldía, dos vocablos cargados de connotación ante tantos actos de sometimiento de unas personas sobre otras, de unos países sobre otros, dos palabras conectadas a la libertad e independencia que deseamos y merecemos tener. Dos vocablos que trascendieron la historia cuando cierto alegato los citaba como sentencia de muerte.
Corría el año 270 del siglo III cuando en Roma el emperador Claudio II, contrario a las ataduras familiares y vínculos sentimentales que acarreaban los matrimonios entre jóvenes, les prohibió a estos los actos nupciales en pos de emplearlos como soldados. Sin embargo, una mente desobediente y rebelde optó por rechazar la legislación del injusto soberano.
Fue el sacerdote Valentín quien dio rienda suelta a los romances juveniles con la clandestinidad como testigo. Enterado Claudio II de esta afrenta a sus mandatos, el veredicto punitivo no se hizo esperar y el 14 de febrero del año 270 pasó a la historia como una fecha donde el amor se convirtió en protagonista y Valentín, en patrón de los enamorados.
Y es que el llamado Día de San Valentín, aunque visto por muchos como una oda al marketing, el consumismo y las ventas, ha llegado a nuestros tiempos y roto fronteras por el mundo como una de las jornadas más esperadas del año para expresar y compartir entre todos el cariño, la adrenalina del amor secreto, el abrazo sincero de un amigo, el roce inocente entre manos, la tierna suavidad de un beso, el cariño perenne de la madre, el valor emocional de un recuerdo, el sensorial efluvio por las páginas de un libro, la nostalgia por la tierra distante o simplemente la dulzura y la alegría del amor y la amistad.
Llueven las tarjetas de felicitación, los poemas, las canciones, los cuadros, la veneración a Afrodita, las peticiones a Cupido. Pervive la celebración, cuyo significado, más que cabida en un día, debería abarcar todo el año.
Desobediencia y rebeldía. Volvamos a las dos palabras que iniciaron todo: aquellas que liberaron al sentimiento de su prisión infernal y colmaron de pasión nuestras existencias. Gracias a ellas hoy se abrazan los corazones, rebosan de luz nuestras almas y, cual regalo bendito, la riqueza del amor y la amistad nos envuelve en su manto de estrellas.