En el pensamiento de los juristas cubanos: Rubén Martínez Villena
Consciente de la necesidad de establecer vínculos entre el movimiento obrero y el estudiantado, grupos más radicales de la sociedad cubana, participa en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, invitado por Julio Antonio Mella, y posteriormente en la fundación de la Universidad Popular José Martí, basada en principios humanistas e igualitarios, para la superación de la clase obrera cubana en su lucha por las reivindicaciones sociales. Allí impartió clases, y se desempeñó como secretario de la institución.
Con el decursar del tiempo, sus estudios de abogacía serían puestos a disposición de Julio Antonio Mella, a quien representaría como abogado defensor en más de una ocasión.
En 1928 es electo miembro del Comité Central del PCC, sin embargo nunca ostentó cargo oficial alguno, salvo como integrante de este Comité, debido a los prejuicios del movimiento comunista de la época, y los suyos propios, de que un intelectual no debiera asumir en esa organización la máxima responsabilidad.
Tras la muerte de Julio Antonio Mella, en 1929, por acuerdo del Comité Central se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido y desarrolló una ardua labor a pesar de estar afectado de forma aguda por la tuberculosis.
Organizó y dirigió la primera huelga política de la historia de Cuba, que estremeció los cimientos del régimen tiránico de Gerardo Machado, al paralizar el país por más de 24 horas el 20 de marzo de 1930.
Posteriormente viaja a la URSS como forma de escapar del terror que sobre él se desata, y con el objetivo de tratar de curarse de la tuberculosis. En Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la KOMINTERN y sostiene un constante intercambio con los teóricos del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del Marxismo. Mientras tanto, desarrollaba en su fuero interno, un proceso de negación dialéctica de las concepciones marxistas y de la teoría de lucha del proletariado para adaptarlas a las condiciones de la Cuba de la década de 1930.
Organizó y dirigió la huelga general revolucionaria que derrocó a Machado el 12 de agosto de 1933. Participó, contra todos los consejos de su médico Gustavo Aldereguía, en el recibimiento de las cenizas de Mella tras la caída del tirano, y ese mismo año, con la salud muy deteriorada, que lo obligaba a guardar cama, dirigió las reuniones del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y participó activamente en todo el contenido y los proyectos para el IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical.
En diciembre, asiste a su última reunión antes de ser recluido en el Sanatorio La Esperanza, con los pulmones destrozados por la tuberculosis.