30 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Martí en el presidio: De la oscuridad a la luz (+audio)

Las experiencias vividas por José Julián Martí Pérez en las canteras de San Lázaro, con apenas diecisiete años, no solo moldearon su visión del mundo al hacerlo testigo de las atrocidades del régimen colonial, sino que además fortalecieron sus convicciones y alimentaron su compromiso político con la gesta independentista y las causas sociales de la Isla. 
Martí en el presidio: De la oscuridad a la luz
Las experiencias vividas por José Julián Martí Pérez en las canteras de San Lázaro, con apenas diecisiete años, no solo moldearon su visión del mundo al hacerlo testigo de las atrocidades del régimen colonial, sino que además fortalecieron sus convicciones y alimentaron su compromiso político con la gesta independentista y las causas sociales de la Isla.
La infidencia de la que se le acusaba y por la que fue condenado a prisión el 4 de marzo de 1870 por el Consejo de Guerra Español, involucraba una punzante misiva encontrada en el hogar de Fermín Valdés Domínguez y donde se tildaba de apóstata a Carlos de Castro y de Castro, un antiguo compañero de estudios de ambos, por haberse enlistado a las filas hispanas.
Pero de nada valieron las amenazas que les hiciera el teniente coronel ibérico Francisco Ramírez y Martín, quien estaba entonces al frente del tribunal militar donde habrían de juzgar tanto al Maestro como a su hermano de mil batallas, pues para su sorpresa y ante la incertidumbre de quién era el responsable por la similitud entre sus caligrafías, ambos, con ferviente denuedo, asumieron la autoría de la referida epístola.
Mientras Valdés Domínguez recibió seis meses de prisión como pena, el Maestro atestiguaría bajo el número 113 de la Primera Brigada de Blancos de la Real Cárcel y por mucho más tiempo de reclusión y trabajos forzosos, el peso de la opresión colonial y el dolor de una Cuba cada vez más apartada de su emancipación.
Estas amargas vivencias las plasmó con posterioridad en su obra «El Presidio Político en Cuba» de 1871, donde con su característica sagacidad comunicativa y crítica certera denunció, contundentemente, las penurias y condiciones infrahumanas sufridas tanto por él como por los demás presos políticos bajo el yugo colonial.
Había alcanzado entonces una madurez en su ideario sociopolítico y revolucionario que trascendería los límites de su juventud y lo convertiría, sin dudas, en un pertinaz defensor de la justicia, artífice del patriotismo y, sobre todo, en el más universal prócer de nuestra independencia.

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