José Agustín Caballero fue uno de esos hombres que inspiran; de los que esbozan un camino por donde otros se ven motivados a transitar incluso conociendo sus abrojos y empinadas cumbres. Por eso cuando partió a la eternidad aquel 6 de abril de 1835 ya había legado su sueño a dos ¨hijos¨ que sabrían continuarlo: Félix Varela y José de la Luz y Caballero.
Está catalogado como uno de los magistrales intérpretes de los momentos más sublimes de la música universal, y por tanto, uno de los pianistas más grandes del mundo contemporáneo.
Las experiencias vividas por José Julián Martí Pérez en las canteras de San Lázaro, con apenas diecisiete años, no solo moldearon su visión del mundo al hacerlo testigo de las atrocidades del régimen colonial, sino que además fortalecieron sus convicciones y alimentaron su compromiso político con la gesta independentista y las causas sociales de la Isla.
De Félix Varela todos aprendimos algo; aunque de pequeña no entendí al instante el hecho de que aquel sacerdote distinguido, cuyo nombre llevaba mi escuela primaria, fuera el primero en enseñarnos en pensar.
Tenía 18 años el maestro Conrado Benítez García cuando lo asesinaron en el Escambray a pocos días del inicio de la Campaña de Alfabetización en 1961; para honrarlo como es tradición en su provincia natal, llegaron hoy al Cementerio de San Carlos Borromeo de Matanzas sus familiares y el pueblo.
No para la algarabía en los pasillos de la Escuela Primaria 26 de Julio de Matanzas. Pero el corazón de su centro no late igual y las paredes anuncian que hay una crónica cerrando diciembre que revienta el alma. Tiene sonrisa, niñez, apego, felicidad, magisterio, 27 años, un sábado triste y un nombre: Carlos Yoan Morales Martell. El maestro de Ahytana, Gabriel y muchos más.
Pleno orgullo de cumplir con el compromiso social de enseñar y educar es lo que siente hoy y todos los días Alfredo Santamarina Linares, profesor del IPVCE Carlos Marx y coordinador del Centro de Entrenamiento para Concursos de Conocimientos.
A José Martí debe haberle sucedido algo similar con su maestro, porque Rafael María de Mendive supo transmitirle ideas esenciales como el amor a la libertad, la justicia, el decoro y la preocupación por los humildes; ideas que luego serían el leitmotiv de la prédica martiana.
Otra vez el ocaso de enero devino motivo para abrazar con cada recuerdo, inmortalizar la obra y perpetuar la impronta que legara a esta Isla el más universal de los cubanos. A propósito de su 170 cumpleaños, el municipio de Pedro Betancourt rindió homenaje a este paradigma de nuestra historia con una variada propuesta de actividades culturales.
