3 de mayo de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

La sonrisa de Carli

No para la algarabía en los pasillos de la Escuela Primaria 26 de Julio de Matanzas. Pero el corazón de su centro no late igual y las paredes anuncian que hay una crónica cerrando diciembre que revienta el alma. Tiene sonrisa, niñez, apego, felicidad, magisterio, 27 años, un sábado triste y un nombre: Carlos Yoan Morales Martell. El maestro de Ahytana, Gabriel y muchos más. 

No para la algarabía en los pasillos de la Escuela Primaria 26 de Julio de Matanzas. Pero el corazón de su centro no late igual y las paredes anuncian que hay una crónica cerrando diciembre que revienta el alma. Tiene sonrisa, niñez, apego, felicidad, magisterio, 27 años, un sábado triste y un nombre: Carlos Yoan Morales Martell. El maestro de Ahytana, Gabriel y muchos más.
El que se confundía en el aula con los alumnos, regañaba cuando era preciso, pero siempre premiaba para que cada uno diera lo mejor de sí. El pequeño todoterreno de un centro escolar en el que impartía clases, pintaba, y hasta arreglaba una ventana.
¿Qué tenía el profe Carlos?, pregunto. La respuesta está en sus alumnos. Carli, como cariñosamente le decían, conocía y hablaba el lenguaje de los niños y eso no es tan fácil, ni es cuestión de experiencia, pero sí de empatía. Tenía con ellos una relación especial y se les podía ver en las aulas, en el terreno de pelota, jugando fútbol y en la playa.
Aún la profe María Luisa lo recuerda recién graduado dándose trastadas, aprendiendo, y creciendo a niveles más allá de su estatura.
La familia lo consideraba otro padre más y a regañadientes lograron que fuera al médico. No se puede precisar cuándo empezó silenciosamente la enfermedad, pero desde el mes de septiembre ya no pudo volver a las aulas.
Cuando Carli estaba ingresado les pedía a sus compañeros que le enviaran las libretas, le preocupaba los planes de trabajo, la maestra Yanelisa y los niños. Escondía el dolor detrás de una sonrisa, de la máscara de oxígeno, del silencio ante la batalla perdida.
Milagros, la mamá de Carlos, no encuentra consuelo por estos días y yo simplemente no la puedo entrevistar. Los padres de los alumnos guardan silencio y los pequeños entran en contacto, quizás por vez primera, con el duelo.
Pero cuando pregunto ¿cómo recuerdan al maestro Carlos Yoan? La respuesta no varía: Feliz, feliz y feliz… Entonces sé que Carli vive allí en sus corazones, en la algarabía de los pasillos, en una escuela que ya no late igual, en las paredes, en los libros y en esta crónica que revienta el alma.

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