1 de mayo de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Mi foto de fin de año

Luego de repasar algunos recuerdos y mirar nuestra foto de fin de año, recuerdo un texto que escribí hace bastante tiempo para otro medio. Entonces, quizás no habían tantas distancias como ahora, ni muchos espacios vacíos en los retratos.

Happy African family enjoying lunch together at home - Parents unity concept

Foto: Tomada de Internet

Luego de repasar algunos recuerdos y mirar nuestra foto de fin de año, me acuerdo de un texto que escribí hace bastante tiempo para otro medio. Entonces, quizás no habían tantas distancias como ahora, ni muchos espacios vacíos en los retratos, pero algo me inquietó a escribir sobre el tema que ahora encuentro más vigente y, con varias modificaciones, les comparto.

Decía el sabio Salomón que todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: Tiempo de llorar y tiempo de reír (…), tiempo de esparcir piedras o de juntarlas, de abrazar o no, de buscar y de perder, de callar y de hablar, de amar y de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz.

El comienzo del año para la mayoría es el tiempo de trazarse nuevas metas, optar por un cambio de apariencia, de aire, de trabajo. El comienzo del año por lo general nos hace creer que somos capaces de todo con un poco más de esfuerzo, con un poco menos de obstáculos.

Y así pasan los meses y suele sorprendernos otra vez enero frente a la misma lista de proyectos inconclusos que casi siempre empiezan con la primera persona del singular a pesar de los abrazos y el brindis del 31.

Sin embargo, el reloj no se detiene junto a la foto de fin de año, aunque parece que la instantánea eterniza la sonrisa de la abuela, la pose firme de papá, el abrazo de la madre o de la tía, el beso de amor, la mano amiga.

La familia queda a veces allí, contenida en una imagen de cuatro por seis que hasta puede ocupar un espacio privilegiado de la sala, mientras nos desgastamos por cumplir vez tras vez nuestra reelaborada planificación.

Nos enfocamos en la meta, corremos, estudiamos, trabajamos hasta el cansancio, peleamos, regresamos y nos volvemos a ir, mientras la alegre foto se torna amarilla y el tiempo… no perdona.

Y es que saludar la nueva etapa no debería resumirnos a planes egoístas que releguen a los nuestros a un lugar rezagado de esa extensa lista. Más bien se trata de establecer prioridades y el equilibrio necesario para no tener que lamentarnos cuando determinadas satisfacciones o metas personales no logren devolvernos el calor del hogar.

Me entristece ver a tantas familias separadas, padres desentendidos, hijos ingratos, hermanos en discordia. Por las carencias, por el dinero, por un sueño, hay muchos espacios vacíos en no pocas fotos tristes.

Algunos, aunque en menor medida, sucumben ante el acelerado ritmo de la era moderna y reducen la familia a una fría llamada en fechas señaladas, o cierta visita fugaz una vez en no pocos años.

No son todos los que se alejan quienes se desentienden de sus familias. Muchos luchan por ellas hasta el reencuentro o el cansancio, pero desgraciadamente hay quienes priorizan siempre sus proyectos y hasta se toman, como dicen por ahí, la famosa «Coca-Cola del olvido”.

Mas, no se equivocó quien dijo que el individualismo y el vivir para sí va estrujando el alma y conduce a la soledad más deteriorada, no esa de la falta de compañía, sino otra mucho más destructora: la de no estar ni con uno mismo.

Esa célula de la sociedad donde el amor, el respeto mutuo, la educación de los hijos, constituyen principios morales indispensables, no puede pasar de moda, ni quedar en segundo plano.

Por eso y por las manos guiando mis primeros pasos, por la palabra precisa, las noches en vela, el consejo oportuno, el hombro donde apoyar la cabeza, este fin de año durante el conteo de las doce y el sonido de las salvas recordé otra vez que para 2024 mi lista seguirá tratándose de nosotros; mientras se estrechan en el papel los nombres de mi primera familia, pero también de la que estoy formando y de esa que me ha regalado la vida con el calor de tantos amigos; para que aunque pase el tiempo y la foto se torne amarilla, el amor y los buenos recuerdos permanezcan todavía intactos.

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