¡Si no fuera por Cepero…!
En San Antonio de Cabezas el agua falta, pero la solidaridad sobra. Y mientras la solución definitiva se demora en llegar, el pueblo encuentra alivio en el gesto silencioso de Williams Cepero, un hombre que convirtió su pozo en el de todos

Desde que uno pone los pies en San Antonio de Cabezas e indaga sobre el problema del agua, además de las quejas y las molestias por la difícil situación que atraviesa el pueblo, hay un apellido que rueda de boca en boca acompañado del agradecimiento de la gente: ¡Si no fuera por Cepero…!
Williams Cepero es un guajiro de 56 años que no es de mucho hablar, pero tampoco hace falta para adivinar la nobleza de su alma. Hasta su casa, en la calle Gonzalo García, acuden diariamente cientos de pobladores para saciar la sed que desde hace más de tres meses azota al pueblo, debido a la rotura de la turbina de la fuente de abasto local.
La escena se repite cada vez que llega la corriente: mujeres, ancianos, niños y hombres llegan con pomos, tanques y carretillas, listos para llenar lo indispensable.
“Desde que hice el pozo hace 20 años nunca he cobrado un centavo a nadie. La gente viene a cualquier hora y yo me levanto, aunque sean las 2;00 de la mañana, para darles agua”, explica Cepero, con la sencillez de quien no se siente protagonista.
Los vecinos lo describen como el sostén del pueblo en tiempos de crisis.
“Es el mejor de Cabezas, porque desde que se rompió la turbina nos ha ayudado a todos, incluso a los de los barrios más lejanos”, asegura una mujer que empuja un tanque en su carretilla.
El gesto es completamente desinteresado. Cepero no acepta dinero ni regalos:
“Ni siquiera unas cervezas que me trajeron”, recuerda. Solo pone un límite para impedir que alguien acapare más de lo necesario y quiera lucrar aprovechando la necesidad de la gente.
Mientras tanto, continúa encendiendo la turbina cada vez que llega la corriente, aunque reconoce con pesar que no puede usar la planta de emergencia porque “consume demasiado petróleo y nunca he recibido apoyo de las autoridades para eso, a pesar de que todo el mundo sabe de la ayuda que ofrezco a la comunidad.”
Lo que sí recibe es la gratitud de cientos de personas que, día tras día, encuentran en su pozo el agua que no llega por los canales oficiales.
“No tenemos cómo pagarle. Se ha desvelado con nosotros, ha compartido el cansancio y nunca ha pedido nada a cambio”, dicen los vecinos, conscientes de la ayuda que ofrece al pueblo.
En San Antonio de Cabezas el agua falta, pero la solidaridad sobra. Y mientras la solución definitiva se demora en llegar, el pueblo encuentra alivio en el gesto silencioso de Williams Cepero, un hombre que convirtió su pozo en el de todos.