26 de abril de 2024

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El Callejero pensando en Albio

Cuando las calles de Matanzas vuelven a ser apacibles, sin contagios de lo que el Callejero propone, sigo pensando en Albio, eterno quijote, que sigue observándonos con su seriedad, sensibilidad e ironía para ver cómo su Callejero se mantiene vivo entre nosotros

 

Matanzas experimentó del 12 al 16 de abril en curso, la Jornada de Teatro Callejero, auspiciada por El Mirón Cubano.
Cada vez que comienza un Callejero, pienso en Albio Paz, en lo que pensaría Albio, al que le debemos que se cumplan 30 años de El Mirón Cubano con una estética de este tipo de teatro, a partir del estreno de Pasos callejeros, en la que el creador indagó y experimentó en la teoría y la práctica, lo que posteriormente desarrolló en textos y puestas claves como El Quijote, Juan Candela, El gato y la golondrina, entre otros.
Albio, cuando llega a Matanzas en 1985, venía de una praxis de la investigación y una relación muy particular con el público, como Teatro Escambray, Cubana de Acero y de trabajo en comunidades rurales y obreras, además de festividades populares, como las parrandas de Zulueta, lugar donde nació en la provincia de Villa Clara, y a la que siguió relacionado hasta su muerte en La Habana, en el 2006.
Hay varias obras de sala en El Mirón Cubano que tuvieron otra versión en los espacios abiertos y muchas que se fundamentaron en las investigaciones sobre las características más significativas del teatro callejero.
Entre las primeras se encuentran, por ejemplo, Pasos callejeros (1993), Tres jockers visten al rey ( 1998) o El gato y la golondrina (1997). También es importante apuntar que varias de sus obras tenían fuentes literarias o teatrales, como los pasos del teatro español, la narrativa de Cervantes, Onelio Jorge Cardoso o Jorge Amado.
Cuando Albio decidió como objetivo principal  de su creación conquistar la calle junto a El Mirón Cubano, existía muy poca bibliografía sobre el tema.
En el breve tiempo que trabajé con él, unos cinco meses de 1992-1993, recuerdo las pesquisas que hicimos y lo poco que encontramos en las bibliotecas, entre los que destacan los textos teóricos del colombiano Juan Carlos Moyano en la revista Conjunto, quien un tiempo después actuó e impartió talleres en Matanzas.
Por ese vacío teórico y su compromiso artístico, Albio desarrolla junto con las investigaciones de la puesta, la creación de un cuerpo teórico en el que fue fundamental la relación con un asesor como Pedro Morales, con un agudo, esclarecedor y riguroso trabajo que puede observarse en los legajos de los archivos de El Mirón y que se mantuvo hasta después de la fecha en que Morales dejó de trabajar en el colectivo matancero.
El diálogo entre ambos, desde mi punto de vista, fue esencial en la sedimentación del pensamiento teórico-práctico de Paz Hernández y esto también se puede encontrar en el libro Las penas que a mí me matan y otras obras, publicado por Tablas Alarcos.
Colaboración a la que después dio continuidad, también como asesora, Maité Hernández Lorenzo.
La estética de teatro callejero también fue posible desarrollarla por la existencia en el grupo de actores que la asumieron y desarrollaron, en la que fue esencial, además de Miriam Muñoz, Adán Rodríguez Falcón, Adrián Morales, Mariem Padrón y la presencia desde esa fecha de génesis y hasta su muerte de Francisco Rodríguez Cabrera. Pancho fue un puntal para esas búsquedas y resultados, no sólo para la agrupación, sino para el teatro callejero en Cuba, por tener una sólida formación académica, experiencias de trabajo que no abandonó y el dominio de técnicas -entre otras- del arte del clown asumidas en diversos talleres con maestros internacionales.
A Francisco le debemos algunas de las puestas de la etapa posterior al fallecimiento de Paz Hernández, como es el caso de Balada del Marino o El viejo y el mar.
Significativo para la visualidad de los espectáculos fue el trabajo de diseño de Adán Rodríguez Falcón, quien se adentró en el teatro callejero, precisamente con Pasos… (1993) y desarrolló -influenciado en un primer momento por Rolando Estévez, sobre todo en el uso de materiales- una carrera muy personal, donde destacan el dominio conceptual y técnico de un diseño escenográfico caracterizado por las premisas que le son esenciales al teatro callejero.
Ello puede admirarse, ahora mismo, en la galería Francisco Manzano, de la UNEAC matancera, como prueba de su impacto visual, fuerza dramática y monumentalidad, en puestas como El Quijote y el Caribe, Juan Candela, El gato y la golondrina, pero también en otras como Balada del Marino y La palangana vieja, entre otras.
Tampoco se debe obviar el trabajo musical del maestro Raúl Valdés, que  además de trabajar con otros grupos,  realizó una encomiable y no bien estudiado aporte de crear atmósferas, fuerza dramática a las puestas creadas, primero de Albio Paz y posteriormente con Rodríguez Cabrera, Rodríguez Falcón (Maternidad) y Rocío Rodríguez Fernández.
El prestigio de Albio y El Mirón Cubano, durante más de una década, se fue acrecentando en el ámbito nacional e internacional, en espacios de intercambio en que se afianzó su estética, en festivales, eventos y fiestas, como la de María Pita, en Galicia, España.
La Jornada fue una idea de Albio Paz, de la que fueron fundadores Francisco, Adán, Raúl Valdés y otros, con una presidencia del CPAE de Mercedes Fernández Pardo, vital para la creación del evento matancero, que aún seguimos disfrutando y esperando, y que ha reunido a varios colectivos o artistas individuales unidos por la vocación de la estética callejera, pero en la que no se puede dejar de mencionar a Gigantería, Teatro Andante y Morón Teatro, que estuvieron desde el inicio y persisten con creatividad y entrega.
La historia del Callejero, que se conecta al origen en muchas cosas, también se diferencia en cada edición, motivado por el propio contexto y las visiones de los organizadores, quienes han pasado por varias generaciones, desde Albio, Francisco Rodríguez, Mercedes Fernández o Rocío Rodríguez Fernández y de igual manera las proyecciones, estilos e iniciativas de cada presidencia.
Por ejemplo, en la edición del 2021 la presencia en los barrios de la ciudad con las diferentes tropas fue uno de los aspectos más sobresalientes. Y así, de muchas maneras, cada edición se caracteriza por la variedad de estilos, la diversidad de agrupaciones y la importancia de lo teórico. En su momento hubo concurso de investigaciones sobre la reconstrucción del teatro callejero en Cuba o la potenciación de las estatuas vivientes, que inundan los espacios de la ciudad, especialmente la Plaza de la Vigía, y es  uno de  los acontecimientos más populares del evento, junto con las funciones más largas.
En esta edición del 2023, marcada por varios acontecimientos, volvió a predominar la intensa y viva relación con el público matancero, los homenajes, especialmente a los 30 años de El Mirón, estrenos de los grupos más significativos, la inserción de nuevos colectivos, la participación -mínima- de artistas de otras latitudes y la integración de varias de nuestras agrupaciones en la programación del evento.
Cuando las calles de Matanzas vuelven a ser apacibles, sin contagios de lo que el Callejero propone, sigo pensando en Albio, eterno quijote, que sigue observándonos con su seriedad, sensibilidad e ironía para ver cómo su Callejero se mantiene vivo entre nosotros.

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