23 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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La Voz del Danzón, representante genuino de nuestra identidad cultural o simplemente Barbarito Diez

En un central del territorio de Bolondrón, nació un hombre que se convirtió en una personalidad de Cuba y el mundo, gracias a sus dotes interpretativas. Con más de medio siglo de intensa carrera artística, Barbarito Diez Junco constituye uno de los artistas más significativos de la cultura nacional por todo lo que legó a la música cubana.
Barbarito Diez

Barbarito Diez Junco constituye uno de los artistas más significativos de la cultura nacional por todo lo que legó a la música cubana.

En un central del territorio de Bolondrón, nació un hombre que se convirtió en una personalidad de Cuba y el mundo, gracias a sus dotes interpretativas. Con más de medio siglo de intensa carrera artística, Barbarito Diez Junco constituye uno de los artistas más significativos de la cultura nacional por todo lo que legó a la música cubana.

Cuando tenía cuatro años su familia se estableció en el central Manatí, en Las Tunas. En el cine-teatro de esa localidad debutó en 1928. Barbarito no fue ni sastre ni mecánico como deseaban sus padres, sino que siguió los caminos de la creación artística. Cuando llegó a la capital, se abrió paso para sobrevivir a la crisis existente en el país durante la década del 30.

De su coincidencia con Graciano Gómez e Isaac Oviedo en esos años nacieron Los Gracianos, un trío que se nutrió de lo más valeroso de nuestras tradiciones e incorporó la trova tradicional y su gama de habaneras, boleros, guarachas, sones y criollas.

Barbarito Diez realizó programas en cabaret, teatros, bailes, la radio y la televisión. Sus éxitos trascendieron los espacios geográficos y las épocas. Tenor de amplias facultades vocales, no tuvo una formación musical académica, no tocaba ningún instrumento, pero sus inigualables interpretaciones musicales lo convirtieron en ídolo público.

Conocido como La Voz del Danzón, el cantante por excelencia de Tres Lindas Cubanas y otras páginas antológicas cubanas aportó bríos mesurados y originales a la forma danzaria y cantable reconocida como nuestro baile nacional.

En MIL 935 ingresó como voz solista en la orquesta de Antonio María Romeu. Interpretó danzones, sones y boleros por más de cinco décadas en esta agrupación que años más tarde se llamó Orquesta de Barbarito Diez.

Sin proponérselo tejió una leyenda musical sin límites geográficos ni temporales. Su voz inmortalizó páginas musicales como Martha, del compositor Moisés Simons, Lágrimas Negras, Olvido, Juramento, El que Siembra su Maíz de Miguel Matamoros, entre otros.

Por su dedicación al desarrollo del arte nacional, su fecunda labor en aras del enriquecimiento cultural de nuestro pueblo Barbarito mereció varias medallas, órdenes y distinciones.

De velada en velada y de baile en baile por toda Cuba y Latinoamérica anduvo Barbarito. Deleitó a varias generaciones con obras de Ernesto Lecuona, Eliseo Grenet, Pedro Flores, Rafael Hernández y otros destacados compositores.

En 1987, realizó sus últimas presentaciones en México, Santo Domingo y Venezuela, donde descolló como uno de los intérpretes más populares de la década del 80 tras grabar con la agrupación de cuerdas La Rondalla Venezolana.

Cada año se celebra en la provincia Las Tunas un festival que lleva el nombre de Barbarito Diez. En honor a su memoria, el municipio de Manatí construyó un monumento situado en el parque José Martí Pérez de ese territorio. Además su casa de descanso se convirtió en la Casa de la Música Barbarito Diez.

Buena parte de la amplia discografía que enriquece el acervo musical cubano le pertenece. El 6 de mayo de 1995, a los 86 años de edad, falleció el Caballero de la canción cubana, un representante genuino de nuestra identidad cultural.

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