Tras el paso arrollador de Ulises Rodríguez Febles

El paso del escritor Ulises Rodríguez Febles es arrollador, vivificante. Tras su marcha, una multitud de escritores, teatristas,  promotores, intelectuales y el pueblo, ese que se reconoce en sus obras, reflejos de la sociedad cubana contemporánea.

Ulises nació el 30 de agosto de 1978 y está de aniversario 55 con la mente llena de ideas, de inquietudes insatisfechas, de gustos compartidos con su familia y seguidores que esperan cada una de sus continuas novedades para secundarlo en su sueños.

Rodríguez Febles es en Matanzas y en Cuba uno de los emblemas fundamentales de las generaciones de intelectuales surgidas a partir de los años 80 del siglo 20 hasta su desemboque impetuoso en el actual.

¿Quién no conoce su trazo de repercusión internacional como dramaturgo, narrador, académico, promotor innato y director de la Casa de la Memoria Escénica y del proyecto comunitario Kilómetro 9, en el Valle de Guamacaro?

¿Quién no ha sentido su discurso impetuoso, ese que quiere decir todo lo que cavila en competencia con su pensamiento, generador de sólidas ideas en favor de la cultura y el arte, en acopio de amor por sus semejantes y por la Ciudad de Ríos y Puentes, que lo cobija y acuna?

Los temas que abordan sus escritos son difíciles, porque profundizan en las virtudes y pecados de los humanos, engarzados en un contexto histórico-social. Precisamente, en uno de los empeños por seguir su juicio, me confesó:

“Me preocupa la sociedad y he indagado, reflexionado y su decursar ha sido una marca en mi dramaturgia y en toda mi creación. Porque soy un ciudadano que camina por este país, un escritor que reconoce la vida y sus conflictos, las preocupaciones y responsabilidades que uno asume con esos hombres y mujeres que marchan a nuestro lado.

“Siento la necesidad de escribir sobre esta época y la sociedad en que uno se formó. Esto no debe ser mirado con una perspectiva demasiado crítica, sino desde un enfoque responsable. No como tendencia. Lo abordo a partir de que cada personaje tiene razón en lo que plantea y expone su propia defensa, por qué actúa en determinada circunstancia, cómo se transforma desde una escena, un comentario. El arte es reflexión y búsqueda estética, que llevan a un estilo, a un rasgo en su manifestación.”

Lo último, último, que he recopilado, es la publicación en las redes de unas deliciosas crónicas sobre los habitantes del Valle de Guamacaro, la organización del I Festival de Clarinete, auspiciado por la Casa de la Memoria Escénica y otras entidades, así como el anuncio de dos importantes estrenos.

El primero ha sido la obra Campo Minado, por Teatro La Barca, de Guantánamo, a mediados de agosto, con la actuación de Claudia Urrutia y Ury Rodríguez Urgellés, quien a su vez dirigió la puesta en escena, que trata sobre la emigración hacia la ilegal Base Naval en los años 90 del pasado siglo.

Y el segundo es el arribo al tablado a partir del próximo 8 de septiembre de la obra Santa Emilia de los destierros, inspirada en la patriota Emilia Teurbe Tolón, bordadora de la bandera cubana,  en el Complejo Cultural Bertolt Brecht, con la fuerza del grupo Vital Teatro, bajo la dirección de Alejandro Palomino y la actuación estelar de Nora Elena Rodríguez.

La repercusión del texto unipersonal Emilia habla con los que no la escuchan, escrito por Rodríguez Febles, acerca de la mujer matancera que se rebeló a su época, ha recibido también la respuesta de las excelsas actrices Miriam Muñoz, de Teatro Icarón, en Matanzas; Nora Rodríguez, en Camagüey; además de Mariela Bejerano y Elbita Torres, en España; e Ivonne López Arenal, en Estados Unidos.

Es posible que queden noticias sin decir, porque Ulises, tan joven y profuso en su creación y movimiento, es indetenible. Por eso mis votos para que no se detenga ni ceje o contenga su inspiración, motivo de vida para quienes lo admiramos y seguimos su paso arrollador por el fulgurante y estoico camino de la cultural nacional.