16 de junio de 2024

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El Sol se insubordina: la tormenta geomagnética que viene

Desde enero de 2005 el Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos no emitía una alerta de tormenta geomagnética severa, pero así ocurrió el pasado 10 de mayo, cuando dio inicio un episodio bien singular para los terrícolas.

Desde enero de 2005 el Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos no emitía una alerta de tormenta geomagnética severa, pero así ocurrió el pasado 10 de mayo, cuando dio inicio un episodio bien singular para los terrícolas.

En realidad, las tormentas geomagnéticas no son fenómenos extraordinarios. Dependen de la intensidad de la actividad solar, que varía en ciclos de aproximadamente 11 años.

Pero lo acontecido a partir de ese día sí que fue singular y aun hoy se siguen revelando sus impactos.


Foto: tomada de aristeguinoticias.com

El fenómeno tuvo su origen a 150 millones de kilómetros de distancia, en una región activa del Sol, la 13664, que desde el 1ro. de mayo se hizo visible y comenzó a evolucionar, evidenciando un entramado de manchas que alcanzó el tamaño de 16 veces el diámetro de la Tierra.

El martes 14 el Sol liberó una llamarada de enorme magnitud, clasificada por el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA con una magnitud de X8.7, la más grande desde 2005, y ello se agrega que la tormenta geomagnética que le antecedió había sido la más intensa en unos 20 años.

A ello se agregan inusitadas auroras boreales que alcanzaron partes de Norteamérica, Europa y Asia, llegando incluso a latitudes más al sur como México y también a Cuba, cuyos cielos no acostumbran a ser escenario de tal espectáculo.


La insólita aurora boreal observada en la noche del viernes 10 en Gibara, Holguín. En Cuba, el Instituto de Geofísica y Astronomía así como otras entidades y expertos dieron seguimiento a la evolución de esta tormenta geomagnética. Foto: Facebook Norge Agustín Gallardo.

Cuando el material de las eyecciones de masa coronal se estrella contra el campo magnético de la Tierra, descarga energía en la alta atmósfera y el oxígeno y el nitrógeno allí existentes se ionizan y brillan en varios colores, creando auroras, que, generalmente acontecen cerca de los polos.

Pero la intensidad de esta la tormenta solar provocó que las auroras se vieran en latitudes notablemente bajas.

El Sol se botó de peligroso

Aparte de la increíble belleza de las auroras boreales y su novedad, lo acontecido encerraba también un peligro para las redes eléctricas, para las comunicaciones, los satélites y los sistemas de navegación por aire, mar y tierra. A lo que se suma un posible impacto sobre los animales.

Por suerte, no aconteció ningún cataclismo mayúsculo; al menos, de la magnitud de lo ocurrido en 1859 y conocido como Evento Carrington.

Dicho evento fue una poderosa eyección de masa coronal solar considerada una de las más  intensas registradas en la historia.

Además de Auroras boreales y australes extremas, esas eyecciones emitieron gran cantidad de partículas cargadas eléctricamente que interactuaron con el campo magnético de la Tierra y, entre sus consecuencias, causaron la interrupción de los sistemas de telegrafía, que entonces eran el principal medio de comunicación a larga distancia.


Las intensas tormentas geomagnéticas sobrecargaron los cables telegráficos, provocando chispas, incendios e incluso el colapso de algunos sistemas. Foto: tomada de ecoosfera.com

Si en el presente hubiera acontecido algo semejante a aquello es muy probable que las intensas radiaciones y perturbaciones electromagnéticas causaran severos daños a los satélites y otros sistemas espaciales, interrumpiendo servicios como GPS, comunicaciones y meteorología.


Otra tormenta solar ocurrida en 1989 dañó la red eléctrica de Hydro-Québec, causando un apagón de más de 9 horas que afectó a más de 6 millones de personas en Canadá. Foto: tomada de news.hydroquebec.com

También las corrientes eléctricas inducidas por tormentas geomagnéticas podrían sobrecargar y dañar transformadores y generadores de las redes eléctricas, provocando apagones de larga duración y a gran escala, además de otros daños a las infraestructuras tecnológicas.

No obstante, la reciente tormenta geomagnética sí tuvo impactos: el funcionamiento de las brújulas se alteró en las profundidades del océano.

Los observatorios submarinos de la ONC (Ocean Networks Canada) registraron en las costas oeste y este de Canadá la distorsión temporal del campo magnético de la Tierra.

Esto fue detectado en plataformas de instrumentos desplegadas a una profundidad de hasta 2,7 kilómetros bajo la superficie del océano, y han sido registros inéditos.


Imagen ilustrativa tomada de Internet.

El cambio magnético más significativo movió la dirección de la brújula dentro de un rango de +30 a -30 grados y se registró a una profundidad de 25 metros en el sitio submarino Folger Passage, parte del observatorio cableado frente a la costa de Isla de Vancouver, en el Pacífico.

Aun cuando al momento de redactar estas líneas todavía los operadores de satélites, los administradores de redes y otros profesionales a cargo de infraestructuras tecnológicas cruciales  continuaban  evaluando  posibles daños, afortunadamente, parece ser que en esta ocasión no se reportaron impactos significativos en las redes eléctricas, aunque sí leves interrupciones en la navegación por satélite ya que algunos sistemas de posicionamiento global (GPS) y comunicaciones por satélite experimentaron pequeñas interrupciones y degradación de la señal. Esto se produjo por la alteración del campo magnético que afecta la propagación de las señales satelitales.

La próxima

Los impactos de esta reciente tormenta geomagnética fueron relativamente moderados y manejables.

La revista Nature dio a conocer que la tormenta solar interrumpió comunicaciones de radio y GPS. En particular, según indica esa fuente, el servicio de Internet de banda ancha proporcionado por Starlinkb -división de la empresa aeroespacial SpaceX-, un servicio que se basa en más de 5,000 satélites, informó de una degradación temporal en la calidad de sus señales.

Sin embargo, futuros eventos solares más intensos sí podrían tener consecuencias muy severas para la tecnología y la infraestructura dependiente de sistemas espaciales y eléctricos.
Incluso, hay quienes aseguran que este mundo nuestro podría sufrir impactos irreversibles.


El evento catastrófico que pronostican puede dejar incomunicado y sin electricidad a todo el planeta. Imagen ilustrativa: Infobae

Pero no hay por qué adherirse a visiones catastrofista, los avances en el pronóstico del clima espacial y el papel de la magnetosfera, como capa protectora del planeta, desempeñan un papel importante.

No obstante, eventos como estos derivados de la actividad solar son difíciles de prever con precisión a pesar de los avances científicos.

También la publicación científica citada señala que la próxima gran tormenta que afecte a la Tierra podría ocurrir “en cualquier momento”.

Los científicos esperan que el ciclo solar actual alcance su punto máximo en algún momento de este año, debido al número de manchas solares que están observando. Las tormentas más grandes suelen ocurrir meses o años después de este pico oficial, señala la publicación en línea.

Por su parte, el coordinador de servicios del Centro de Predicción del Clima Espacial, Shawn Dahl aseguró que, si bien la tormenta reciente fue manejable, no se puede descartar la posibilidad de eventos más intensos en el futuro. Incertidumbre que plantea desafíos para los científicos que monitorean el clima espacial y para las comunidades que podrían ser afectadas por dichas tormentas.


La Sonda Solar Orbiter. Foto: tomada de nationalgeographic.com.es

Se plantea entonces la necesidad de una mayor preparación para tormentas solares intensas. Aunque la mayoría de los sistemas críticos lograron resistir el impacto, este embate sirvió como advertencia para una mejor preparación y medidas de protección para infraestructuras clave como redes eléctricas y satélites.

En esta oportunidad fueron importantes las observaciones desde múltiples perspectivas como las obtenidas desde la sonda Solar Orbiter y la sonda Parker Solar de la NASA,  lo que ayudará a los científicos a entender mejor estos fenómenos en lo venidero.


Foto: Ian Forsyth / Getty Images

Sí, fueron espectaculares las auroras en latitudes inusuales y fascinaron a muchos.Tantos quedaron absortos en la contemplación de cielos coloreados que quizás valdría recordar aquello de “el sabio apunta a la luna y el tonto le mira el dedo” para replantearlo alertando que si los sabios apuntan al Sol… mejor estar muy atentos a las informaciones.

  • Cubasí

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