¡Vas bien, Fidel! (+audio)
Tras una ardua lucha revolucionaria para derrocar el cruento régimen de Fulgencio Batista, la Mayor de las Antillas encontró en la Caravana de la Libertad un victorioso epílogo del bregar iniciado por Céspedes en 1868 y cuyo legado aún resuena entre quienes rememoran el júbilo y la esperanza que emanaron de aquella Cuba triunfante a la que habían escamoteado su libertad y soberanía.
Así como la Invasión a Occidente de antaño y entonces llevó a mambises y rebeldes a alcanzar el éxito en la batalla, la Caravana diseminó desde su salida de la Sierra Maestra hasta La Habana entre el 2 y 8 de enero de 1959 los hasta entonces destrozados sueños de liberación, justicia social y prosperidad, con la esperanza de traer un nuevo amanecer para la Isla.
Una vez visitados enclaves como Bayamo, Holguín, Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Santa Clara y Cienfuegos, localidades como Jovellanos, Limonar y demás poblados evidenciaron la presencia de los barbudos en la Atenas de Cuba el 7 de enero. Llegada la noche de esta jornada, el líder histórico intercambió con los pobladores yumurinos en el Palacio municipal de la ciudad cabecera y, más tarde en la madrugada arribó, junto al Ejército Rebelde, al terruño cardenense.
La Caravana detuvo su periplo para dialogar con los residentes de la Ciudad Bandera y, especialmente, para rendir homenaje, tanto en su casa natal como en el cementerio donde descansan sus restos, a José Antonio Echeverría, previamente caído en combate durante el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj en 1957 y recordado como uno de los más importantes exponentes del coraje juvenil en la historia de nuestra Isla.
El 8 de enero de 1959 la Caravana de la Libertad se dirigió a la capital del país, donde fue ovacionada por el pueblo habanero y acogida por un sinfín de medios de comunicación nacionales y foráneos que inmortalizaron la heroicidad de los barbudos y el respaldo popular al naciente Gobierno Revolucionario.
En La Habana, sitios como el Cotorro, la Virgen del Camino, el Castillo de Atarés, el cuartel de San Ambrosio, la sede del Estado Mayor de la Marina de Guerra, el edificio Radiocentro, entre otros, atestiguaron el paso de los barbudos que, a petición de Fidel y, junto al pueblo, marcharon hacia el entonces Campamento Militar de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad.
Desde el polígono de aquel lugar, donde radicaba el ejército batistiano y que Camilo Cienfuegos ocupó el 2 de enero, el Comandante en Jefe proclamó ante las alborozadas masas capitalinas la derrota de la tiranía y el trascendental capítulo que se escribía en la historia del país, para nada exento de crecientes desafíos, pero con la convicción de hacer realidad los sueños del pueblo cubano y exaltar la heroicidad de quienes perecieron en pos de su independencia.
El glorioso acto culminó a las dos de la madrugada del nueve de enero y, en jornadas ulteriores, tras ultimar detalles en cuanto al mandato revolucionario, el 17 de enero la Caravana llegó a suelo pinareño, precisamente a Candelaria, San Cristóbal, Los Palacios, Consolación y la ciudad de Pinar del Río, donde tras charlar con sus pobladores, puso fin a su victoriosa travesía.
Julián Rogelio Álvarez López, historiador del municipio de Pedro Betancourt, al respecto, resume el significado histórico de este suceso para nuestro país.
Sin dudas, la Caravana de la Libertad, representa un emblemático episodio en la historia de Cuba y su travesía simboliza el renacer de una nación ávida de independencia, así como el fervor patriótico descollado por su pueblo para alcanzarla.