Cien días de gobierno para el pueblo
El año 1933 quedó en las páginas de la historia de Cuba como un período de cambios en el que las diferentes corrientes políticas y la influencia de los intereses norteamericanos, dieron lugar a procesos radicales en el país.
Fue así que, tras la disolución de la Pentarquía, se crea un gobierno provicional con Ramón Grau San Martín a la cabeza. Y justamente, el 12 de septiembre cuando el presidente Grau da a conocer quiénes integrarían su gabinete, menciona al joven revolucionario, Antonio Guiteras Holmes entre los miembros.
Ahí comenzó el accionar de Guiteras al frente de Gobernación y Obras Públicas, en un inicio y tras la fusión, en la Gobernación, Guerra y Marina; siempre dispuesto a seguir una línea política a favor de los humildes, de la independencia nacional y contra el dominio de los monopolios norteamericanos.
Empeño difícil en el que Guiteras descolló como el más radical y progresista de los ministros al enfrentar la corrupción y el entreguismo a los Estados Unidos. De ahí el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, el jornal mínimo, la depuración de los organismos estatales, la proclamación de la autonomía universitaria y la reducción del precio de la energía eléctrica, entre otras medidas antiimperialistas y de justicia social.
Guiteras tuvo además, el valor y la fuerza de intervenir la llamada Compañía Cubana de Electricidad, bautizada por el pueblo como «El pulpo eléctrico» pues sus tentáculos se extendían por el territorio nacional, ahogando a los clientes con sus altas tarifas.
De esas medidas el propio Guiteras expresó: «… tengo la satisfacción de haber llevado a la firma del presidente Grau, los decretos que atacaban más duro al imperialismo yanqui…».
Con todos esos programas el Gobierno de los Cien Días no fue reconocido por Estados Unidos, el riesgo que representaban era demasiado grande para mantener su hegemonía en la isla neocolonial.
La falta de coherencia entre los sectores de Izquierda y Derecha, la intervención del ejército con la figura de Fulgencio Batista y el empuje estadounidense, provocaron que el gobierno del presidente Grau finalizara el 15 de enero de 1934.
Tan solo 127 días de ejercicio, de ahí el nombre de Gobierno de los Cien Días.
Con la muerte de Guiteras, unos trece meses después, se perdió según describió Raúl Roa, la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario.