Hagamos la paz con las tierras
La sequía afecta al planeta. Todos los ecosistemas la sufren. Los bosques, las tierras, los cultivos, la vida… El cambio climático es visible en cada pedazo de mundo que se muestra degradado, seco, árido… La falta de lluvias, la baja humedad del suelo y el aumento de la temperatura ocasionan la degradación y erosión del suelo…
Desde instancias mundiales se exhorta a hacer crecer los bosques, revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos. Justamente a esto último llama el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), un elemento primordial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Somos la generación que puede hacer la paz con las tierras, convida la organización internacional desde ahora y con vistas al próximo diciembre, cuando se celebre la Conferencia de las Partes (COP 16) en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, con motivo del aniversario 30 de ese cónclave.
Cuba presentó en el 2020 ante la mencionada Convención —de la cual es Estado miembro— las Metas Nacionales de Neutralidad de Degradación de la Tierra, mediante las cuales se busca incrementar la superficie agrícola beneficiada y su rendimiento productivo, así como extender las áreas bajo manejo sostenible.
En nuestro país existe, desde 2017, el Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, y bajo su amparo se aplicaron los principios del manejo sostenible de tierras en más de 2 000 hectáreas, por solo referir algún dato, al que puede adicionarse la creación de polígonos de suelos, agua y bosques, con más de 100 fincas agrícolas asociadas, mediante el Programa Nacional de Conservación y Mejoramiento de Suelos.
Aun cuando el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno estadounidense nos impide acceder a tecnologías y reactivos de laboratorios, imprescindibles para los estudios rigurosos que deberían realizarse, Cuba se empeña en actuar contra la desertificación, causante de la pérdida de especies animales y vegetales, suelos fértiles y ecosistemas, así como de la reducción significativa de la producción agrícola.
Con el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Educación Nutricional, el país se enfoca, con un alcance territorial y participativo basado en la ciencia y la innovación, en la urgencia de aumentar la producción de alimentos, consciente de que este objetivo solo podrá cumplirse cuando se logren sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes a los efectos de la sequía y del cambio climático.
Cuba creó también un Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, a través del cual se mejora la gestión de riesgos y se mitigan sus efectos a nivel nacional y local. Especialmente en la zona oriental del país, donde se registran las mayores afectaciones, aunque a lo largo de toda la Isla es constatable el impacto en la naturaleza y en la vida humana de este fenómeno.
Como nación comprometida con el cumplimiento de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Mayor de las Antillas mantiene la voluntad política y el interés científico de reforestar los paisajes, proteger los bosques y conservar los suelos, como un aporte fundamental para contrarrestar los efectos de la crisis climática que padecemos todos.
- Ana María Domínguez Cruz/Juventud Rebelde