Llegan a 51 años los 7 jits en un juego del matancero Gerardo Rionda
Aquella explosión ofensiva del 4 de mayo de 1974, en el Palmar de Junco, no ha sido repetida por los grandes bateadores cubanos a cualquier nivel, nacional e internacional. La marca parece eterna.

El único cubano en conectar siete hits en un juego de béisbol es el matancero Gerardo Rionda Pestana.
Aquel 4 de mayo de 1974, el Palmar de Junco, la añeja instalación del barrio de Pueblo Nuevo, en la ciudad de Matanzas, sumaría una vez más a su rico historial la hazaña de un joven formado en sus predios. Nadie podía calcular que aquella actuación iba a durar como récord cubano, en estos momentos 51 años, y posible marca irrompible de
nuestros torneos, si analizamos que con la aplicación de la regla de desempate Shiller, ya los juegos no se extienden mucho, lo que hace difícil que un pelotero pueda llegar a ocho inatrapables.
nuestros torneos, si analizamos que con la aplicación de la regla de desempate Shiller, ya los juegos no se extienden mucho, lo que hace difícil que un pelotero pueda llegar a ocho inatrapables.
Ese día, en el primer juego, de un doble programado entre Henequeneros y Oriente, que se extendió a once entradas, se produjo la hazaña que cada año recordamos. Rionda era un jugador que se caracterizaba por su defensa, no por su ofensiva, fíjense que bateó en diez campeonatos nacionales y cinco Selectivas para un pobre average de 215, con 340 jits, con un promedio de 34 por temporadas. Pero ese día de la Serie Nacional número XIII estaba reservado en la rica historia del béisbol cubano para Gerardo Rionda Pestana.
El juego comenzó a las 6:00 de la tarde en el Palmar y hasta con el bate partido en una oportunidad logró conectar un inatrapable. Fue un picheo de primera el que enfrentó: Orlando Figueredo, Eliecer Velázquez y Rafael Castillo. Claro, la marca se produce porque el choque se fue a extra innings, once capítulos. Ya tenía seis inatrapables en el noveno y había igualado la marca nacional, En el onceno episodio aparece el número siete, hit por encima de segunda. El público de pie le rindió la mayor ovación que recibió en su carrera deportiva y Rionda saltaba emocionado, había bateado de 7-7.
En el segundo desafío, luego de fallar en una cerradísima jugada en primera, produjo otros tres incogibles. Era la última subserie del campeonato y en los tres juegos disparó doce jits en 15 veces al bate. Aquella explosión ofensiva del 4 de mayo de 1974, en el Palmar de Junco, no ha sido repetida por los grandes bateadores cubanos a cualquier nivel, nacional e internacional. La marca parece eterna.