Este proceder se ha hecho habitual por parte de un número creciente de actores económicos, quienes no colocan el precio y el gramaje de los productos en un lugar visible, a lo que se suma un actuar que puede definirse como ultrajante hacia los clientes: colocar un importe ficticio con el único objetivo de mostrarlo a los inspectores.
De esa forma los consumidores muchas veces sienten como que les arrojaran un cubo de agua fría al constatar que aquel cálculo inicial fue un puro espejismo.
Los comerciantes argumentarán, casi con desparpajo, que un producto posee varios precios: el irreal, para mostrar a quienes controlan, y el verdadero, de mayor cuantía, para los usuarios.
El tono festivo con el cual confiesan su ardid nos conlleva a pensar que el engaño se ha entronizado de tal forma en nuestro entramado social que incurrir en semejante violación no ruboriza a los infractores. Y peor aún, ocurre a la vista de todos, y muchas veces son consecuencias.
A pesar de ello varios órganos de control intentan combatir este flagelo creciente que afecta a la población.
Ismael Rodríguez, jefe del departamento de Inspección de la Dirección provincial de Comercio aclara de forma enfática que estos actores económicos cometen una infracción punible.
«En el caso de los trabajadores por cuenta propia que generen la actividad de ventas de mercancía, servicios, y venta de productos comestibles elaborados, están obligados dentro del ejercicio de su actividad a mostrar la tablilla informativa con denominación del producto, gramaje, y el precio».
El directivo advierte que al violarse dicha normativa se incurre en varias contravenciones que pueden acarrear medidas como la aplicación de multas de elevado monto y hasta el cierre parcial o total del local.
Cada día los inspectores bajo su mando, pertenecientes al Ministerio de Comercio Interior, recorren la ciudad para enfrentar estás ilegalidades que además de claras violaciones, constituyen un evidente maltrato a los consumidores.
Ismael Rodríguez también alerta sobre nuevas modalidades fraudulentas con el objetivo evidente de violar las normas establecidas mediante numerosas resoluciones y decretos leyes de obligatorio cumplimiento.
«Esta perniciosa modalidad que están ejerciendo los cuentapropistas de colocar un precio público para el inspector y uno oculto para el consumidor integran varias contravenciones estipuladas con decretos impositivos con multas que pueden ascender hasta 46 mil pesos y hasta el retiro de la licencia que autoriza la actividad.
«El precio que aparece en la pizarra informativa es el monto real que debe desembolsar el cliente, cualquier otra actuación representará una violación grave sancionable».
Solo combatiendo con sistematicidad estas prácticas nocivas se ganará en credibilidad en un entorno social donde predomina las indisciplinas sociales resultado de la falta de control y exigencia.
Enfrentar oportunamente cada denuncia relacionada con las violaciones de precios logrará la verdadera satisfacción de los consumidores, y al menos, disminuir la carestía que representa para muchos matanceros adquirir alimentos y productos esenciales para su subsistencia.