Cuando Roberto supo que el pedacito de tierra en el que trabajaba iba a pasar a otra empresa sintió como si algo se rompiera en su interior.
Cuando uno llega a cierta edad se va ilusionando de pequeñas cosas y pone todo su empeño no tanto en lo que remunera sino en lo que hace feliz.
Por eso, desde su sillón, pensó que si dejaba de sembrar se iba a morir, así que trasladó la siembra para otro pedazo cercano y volvió a empezar de cero.
Hace varios años que Roberto atendía el área, patrimonio de la Textilera “Eddio Teijiero”, Bellotex, de Matanzas y las producciones servían para la elaboración de alimentos en el comedor de la entidad.
https://youtu.be/cR1y-pk7HAM
Fíjense que su orgullo eran sus sembrados ubicados justo en la esquina de la Jarcia. Un punto tan concurrido por su cercanía a la terminal que de tantos halagos de los transeúntes se llenó de vanidad este hombre de 73 años.
Ahora sigue ahí, un poco más atrás, pero hay quien le llama la atención ese semillero de ajos puerros y el color verde que prima en la entrada. El orgullo sigue y el trabajo aumentó.
Roberto Alfonso de Armas, jubilado de la Bellotex, declaró a la radio que, aunque el reto parecía grande poco a poco fue arreglando un espacio que por chiquito no deja de ser bello y productivo.
De esta manera aparecen yucas, ajo puerro, habichuelas, espinacas y otras hortalizas de estación en canteros que apenas miden 10 metros de largo.
De ahí se benefician los comedores de las entidades cercanas y el policlínico Carlos Verdugo de la urbe yumurina.
Roberto encontró la cura para sus años. Aprovecha cada espacio de tierra en función de un bien común: la soberanía alimentaria y es parte de un movimiento que desde el 2020 apuesta por sembrar cada pedacito de tierra.