29 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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Daisy la educadora: devota al trabajo de mayores satisfacciones

A los 17 años, pararse frente a un aula de estudiantes que en ocasiones superaban su pequeña estatura y que respondían a métodos educativos muy diferentes de los que había conocido en su corta experiencia, le permitió a Daisy Ríos Moreno acercarse a la que se convertiría por más de tres décadas en su gran pasión: formar a niños con discapacidad auditiva.

A los 17 años, pararse frente a un aula de estudiantes que en ocasiones superaban su pequeña estatura y que respondían a métodos educativos muy diferentes de los que había conocido en su corta experiencia, le permitió a Daisy Ríos Moreno acercarse a la que se convertiría por más de tres décadas en su gran pasión: formar a niños con discapacidad auditiva.

Cuando apenas cumplía un año de labor, la graduada en 1987 como maestra de la enseñanza primaria en la escuela pedagógica René Fraga Moreno, de la provincia de Matanzas, tuvo que sustituir a una profesora de la escuela especial Héroes del Goicuría durante el período de licencia de maternidad; en esos 45 días, afirmó, nació el amor por el que se suele definir como el trabajo de mayores satisfacciones.

“Me enamoré de la especialidad de mis niños y sus muestras de afecto, es una tarea que exige mucha superación, estudiar los diferentes métodos de la enseñanza, en sus inicios oral puro y posteriormente la aplicación del modelo bilingüe con el reconocimiento de la lengua de señas como principal vía de comunicación de las personas sordas.»

     Foto: Cortesía de la entrevistada

Según la miembro del colectivo de autores de la educación especial a nivel nacional, los retos en el magisterio se presentan constantemente: “Al tener afectada la audición, estos niños también muestran dificultades en el lenguaje, la comunicación y procesos cognoscitivos, de ahí la necesidad de continuar la preparación de nuestros docentes y saber hacia dónde dirigir las investigaciones.»

Los conocimientos, el cariño, la motivación y el abrazo alentador, para la Doctora en Ciencias Pedagógicas complementan el rol del maestro como el instructor de saberes y el amigo más cercano: “A veces, un sí se puede marca la diferencia para ese pequeño, sentirse acompañado lo incita a esforzarse y crecer.»

Como obra de infinito amor, la labor de enseñar se extiende más allá del escenario de las aulas, para llegar a los contextos de la familia y la comunidad con la misión de orientar y compartir el lenguaje de señas y recrear espacios de socialización que favorezcan el sano desarrollo de los educandos.

   Foto: Cortesía de la entrevistada

El programa pedagógico cubano apuesta por la inclusión educativa de niños, adolescentes y jóvenes con determinadas discapacidades en los ámbitos de estudios regulares, con el debido acompañamiento de especialistas que asesoren la preparación de los colectivos de profesores.

 “Por más de 10 años ocupé la responsabilidad de maestra de apoyo, en seguimiento a los alumnos con discapacidad auditiva que se encontraban en contextos regulares desde la primera infancia hasta la universidad en toda la provincia, por medio de las capacitaciones y diferentes talleres se conduce el trabajo de los maestros en aras de establecer ambientes favorables para el avance de los estudiantes.»

En sus memorias, quien actualmente asume el departamento de la actividad científica y superación en la dirección municipal de Educación en Matanzas, recordó con cariño la ocasión en que se encontraba sentada en el suelo con sus alumnos cuando realizaba un juego didáctico y entre tantos niños, al llegar la directora del centro no podía distinguir dónde se hallaba la maestra.

Con frecuencia las muestras de cariño para Daisy no se hacen esperar, al caminar por las calles de esta ciudad varios de los que fueron sus pequeños, hoy convertidos en mujeres y hombres trabajadores, con una familia, con una profesión, se acercan a su profe, a la amiga, para dibujar con las manos una conversación que entre precisas expresiones pone al descubierto un mensaje de estima y afecto.

Regresar a las aulas con mis niños es algo muy bonito, verlos formarse, convertirse en personas de bien, y que aunque pase el tiempo aún te recuerden y te saluden con la misma alegría de años atrás representa una satisfacción para mí como docente. Ser educadora es algo muy grande, se lleva en el alma, nunca se deja y estoy segura de que si vuelvo a nacer, elegiría mil veces más la pedagogía.

.Laura de la C. González Trujillo/ ACN

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