A los 17 años, pararse frente a un aula de estudiantes que en ocasiones superaban su pequeña estatura y que respondían a métodos educativos muy diferentes de los que había conocido en su corta experiencia, le permitió a Daisy Ríos Moreno acercarse a la que se convertiría por más de tres décadas en su gran pasión: formar a niños con discapacidad auditiva.