26 de enero de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Hermanos de sangre e ideas

El panorama socio-político que llevó a la Generación del Centenario a protagonizar el asalto al cuartel Moncada, de Santiago de Cuba y al Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo; era tan cercano a la mayoría de las familias cubanas que en la acción coincidieron no solo los hermanos de ideas, también los de sangre.

El panorama socio-político que llevó a la Generación del Centenario a protagonizar el asalto al cuartel Moncada, de Santiago de Cuba y al Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo; era tan cercano a la mayoría de las familias cubanas que en la acción coincidieron no solo los hermanos de ideas, también los de sangre.

Fue así que dentro del centenar de jóvenes que acudieron a la cita con la Patria aquella mañana de la Santa Ana, se encontraban ocho parejas y un trío de hermanos.

Ahí están los nombres del líder organizador, Fidel Castro Ruz y su hermano Raúl, el del segundo jefe y alma del movimiento, el joven Abel Santamaría Cuadrado y su hermana Haydée, aquella valiente muchacha de la que Fidel dijera en su alegato de autodefensa La historia me absolverá.

«Nunca fue puesto en un lugar tan alto de heroismo y dignidad el nombre de la mujer cubana».

Junto a ellos estuvieron Manuel y Virgilio Gómez Reyes, ambos asesinados tras las acciones; Horacio y José Wilfredo Matheu Orihuela, quienes murieron en el hospital Saturnino Lora. Mientras que Orlando y Roberto Galán Betancourt, sobrevivieron.

Entre Julio y Pedro Trigo López, el primero fue asesinado tras el asalto; de los hermanos Martínez Ararás, Mario murió luego de recibir varias sesiones de tortura y Raúl, se apartó de las filas de la Revolución, tras recibir la amnistía dos años después.

Cierran esa nómina los fraternos Guillermo y Gerardo Granados Lara. El primero murió en el asalto.

El trío de hermanos que también intervino en la gesta, lo integraron Alejandro, Armelio y Antonio Ferraz Pellicer, herederos del patriotismo de su padre, el mambí Juan Ferraz González y sobrevivientes del ataque al cuartel de Bayamo.

Sin dudas el sentimiento de rebeldía reinante en el pecho de aquella juventud, se hizo más fuerte por los lazos de sangre que les unieron. Por eso cuando los esbirros se presentaron ante Haydée Santamaría con un ojo humano ensangrentado en las manos y le dijeron:

«Este es de tu hermano, si tú no dices lo que no quiso decir, le arrancaremos el otro», la joven revolucionaria respondió:

«Si ustedes le arrancaron un ojo y él no lo dijo, mucho menos lo diré yo».

A ese valor y dignidad los hermanos sumaron recursos materiales como el aporte que hicieron los Matheu Orihuela al donar el dinero que ahorraban de su trabajo como obreros de la construcción en La Habana.

Pero lo sucedido el 26 de julio de 1953 fue la continuidad del legado de otros hermanos de sangre que en etapas anteriores se unieron a la causa independentista de Cuba. Ejemplo de ello son los hermanos Maceo Grajales, que a fuerza de coraje y dominio del arte de la guerra, escribieron páginas gloriosas en el libro de la historia de luchas contra el colonialismo español.

También integraron aquellos ejércitos de valerosos mambises los hermanos Enrique y Tomás Collazo Tejada; Demetrio y Joaquín Castillo Duany; Rafael y José Portuondo Tamayo; Armando, Benjamín y Eugenio Sánchez Agramonte; Serafín y Joaquín Sánchez Valdivia, así como Aurelio, Emilio y Rosendo Collazo García.

 

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