17 de septiembre de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Perucho en la memoria (+audio)

Sensibilidad, sabiduría y justicia fueron las virtudes que engrandecieron la existencia de este prócer cubano, cuyo lema, "morir por la Patria es vivir" inmortaliza su impronta en las notas del melódico canto con que el espíritu combativo y patriótico de la Isla cada día resplandece.
Bayamo, cuna del inmortal autor de la más conocida pieza musical patriótica cubana, vio nacer a Pedro Figueredo Cisneros, «Perucho», el 18 de febrero de 1818 y, desde entonces, aquel joven de aguda inteligencia y notorias dotes artístico-literarias, fue merecedor del apodo de «Gallito Bayamés», un sobrenombre bien extrapolable al ferviente accionar que evidenció en pos de la causa independentista de la Isla.
A lo largo de su vida, Perucho se desenvolvió como abogado, filósofo, pianista y dibujante, destacando además por su pericia en la caricatura, la agudeza de su crítica literaria y, principalmente, por la sangre mambisa que fluía por sus venas y que hizo de él un cimero exponente de la creciente vibra insurreccional que se gestaba en la mayor de las Antillas.Figuraba al respecto su nombre en sucesos como el acuchillamiento del retrato de la reina Isabel II en 1853, la suspensión del periódico «El Correo de la Tarde» por sus fuertes impugnaciones hacia el gobierno colonial, el haber manifestado ante el gobernador superior del país la incompetencia del entonces alcalde mayor de su ciudad natal y la conversión de su hogar y su ingenio azucarero «Las Mangas» en centro de reuniones clandestinas y campamento militar durante la contienda del 68, respectivamente.

No obstante, además de instar al pueblo bayamés a sumarse al grito emancipador de Céspedes, como jefe de Estado Mayor del Ejército Libertador, legó a la posteridad la más famosa composición patriótica de la mayor de las Antillas, «La Bayamesa», pieza musical cuyos versos escribió sobre la montura de su caballo «Pajarito» y hasta la fecha gloriosamente venerada y devenida himno de nuestra nación.

Perucho continuó su bregar anticolonial hasta que a mediados de 1870 cayó enfermo de fiebre tifoidea y, aún convaleciente y lacerado por el padecimiento, fue hecho prisionero por los españoles en la finca Santa Rosa de Cabaniguao en Las Tunas. Posteriormente fue conducido a Santiago de Cuba y fusilado el 17 de agosto.

Sensibilidad, sabiduría y justicia fueron las virtudes que engrandecieron la existencia de este prócer cubano, cuyo lema, «morir por la Patria es vivir» inmortaliza su impronta en las notas del melódico canto con que el espíritu combativo y patriótico de la Isla cada día resplandece.

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