26 de noviembre de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Al ritmo del Sol y la Fruta Bomba

Cada fruta que sale de esas manos lleva consigo el sabor del esfuerzo, la historia de la gente de un campo que no se rinde, y la dignidad de quienes lo trabajan.

A las cinco de la mañana el gallo canta con fuerza en el corazón del campo cubano. En una pequeña finca rodeada de palmas y tierra roja, despierta Ernesto, un hombre de manos curtidas y mirada serena.

Se calza las botas con la misma rutina de siempre, toma su sombrero de yarey y sale al encuentro del día, mientras el rocío aún duerme sobre las hojas.

Ernesto no va solo. Lo esperan otros como él: Marta, que siempre lleva una risa lista; Julián, que canta décimas mientras trabaja; y Tomás, el más viejo, que conoce cada planta como si fueran hijas suyas.

Juntos caminan entre surcos, saludando a las matas de fruta bomba como si fueran viejos amigos.

La fruta bomba —dulce, fragante, generosa— no se cultiva con prisa. Hay que saber cuándo regarla, cómo protegerla del sol más bravo, y cuándo es el momento justo para cortarla.

Ernesto acaricia una de las frutas con cuidado, la observa, la huele. “Esta ya está lista”, dice, y con un corte limpio la deposita en el canasto.

Luego viene la parte más delicada, el lavado. Bajo un techo de guano, junto a grandes tinas de agua fresca, las frutas se lavan una a una.

No hay máquinas aquí, solo manos pacientes. Se les quita el polvo, se revisa que no tengan golpes, se secan con paños limpios. “La fruta bomba es como una dama”, dice Marta, “hay que tratarla con respeto”.

El sol sube y el calor aprieta, pero nadie se queja. Hay música en una radio vieja, olor a tierra mojada, y el orgullo de saber que lo que hacen alimenta a muchos.

Cada fruta que sale de esas manos lleva consigo el sabor del esfuerzo, la historia de la gente de un campo que no se rinde, y la dignidad de quienes lo trabajan.

Así termina otro día en la finca, con Ernesto regresando a casa, el cuerpo cansado pero el alma en paz. Mañana, cuando el gallo cante otra vez, volverá a empezar. Porque en el campo, como en la vida, todo florece con paciencia, sudor y amor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *