Musgos y líquenes “adornan” su fachada por la antigua entrada principal. Aguas albañales fluyen con naturalidad sin encontrar resistencia, mientras un permanente hedor contamina el aire
Musgos y líquenes “adornan” su fachada por la antigua entrada principal. Aguas albañales fluyen con naturalidad sin encontrar resistencia, mientras un permanente hedor contamina el aire