Vacancia tras vacancia: Perú repite su historia de crisis

Perú vuelve a ser epicentro de una crisis política profunda. El Congreso ha destituido a la presidenta Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente”, en una votación que reunió una mayoría abrumadora de 122 votos.
La mandataria, que no acudió a defenderse ante el hemiciclo, deja el cargo en medio de una caída estrepitosa de popularidad, acusaciones de corrupción y una creciente presión social. José Jerí, presidente del Congreso, ha asumido el poder de forma interina, convirtiéndose en el octavo jefe de Estado en apenas una década.
Este nuevo capítulo de inestabilidad tiene raíces claras: el 7 de diciembre de 2022, el entonces presidente Pedro Castillo intentó disolver el Congreso y gobernar por decreto.
El intento de golpe fue rápidamente desactivado por las Fuerzas Armadas, y Castillo fue detenido ese mismo día. Dina Boluarte, entonces vicepresidenta, asumió el cargo en medio de una ola de protestas que dejaron más de 60 muertos, especialmente en regiones del sur del país.
Durante su gestión, Boluarte se distanció de sus bases iniciales y se alineó con sectores conservadores, lo que le permitió mantenerse en el poder, pero a costa de una creciente polarización.
Su gobierno fue marcado por denuncias de corrupción, una crisis de seguridad ciudadana y una gestión errática que terminó por aislarla políticamente. La figura de “incapacidad moral”, usada ya en otras vacancias presidenciales, se convirtió nuevamente en el instrumento legal para removerla.
La destitución de Boluarte no es un hecho aislado. Perú ha vivido una sucesión vertiginosa de presidentes, con tres vacancias en menos de cinco años. Esta dinámica ha debilitado la institucionalidad democrática y ha generado un clima de desconfianza generalizada.
La ciudadanía, harta de la clase política, observa con escepticismo el nombramiento de José Jerí, mientras se avecinan nuevas elecciones generales en 2026.
La pregunta que queda flotando es si el país podrá romper este ciclo de inestabilidad o si seguirá atrapado en una espiral de crisis que parece no tener fin. Mientras tanto, Perú sigue buscando un rumbo claro en medio de la incertidumbre.