Maylan Álvarez en la explosión femenina de su poesía (+ fotos, poemas y audios)

En su poesía vibra la voz de una mujer empoderada, segura, que no se escuda en la justificación del sexo débil sino que lo hace fuerte desde sus múltiples maneras de interactuar con la sociedad.
Maylan Álvarez es, como la mayoría de las mujeres, madre, ama de casa, esposa, amiga, una profesional prestigiosa, hija. Todas esas facetas tienen cabida en su obra poética con una sensibilidad exquisita y una profunda verdad, capaces de estremecerte cuando narra en versos las realidades cotidianas.
“Es contarlo, tal cual es. Quizás yo le pongo determinados adjetivos y ni tanto porque soy un poco alérgica a ellos. El material poético está en todo: en esta mesa, en nuestro abrazo; entonces, esa es la realidad. ¿Qué cosa es más poética que nuestra realidad?
“Ahora mismo estamos alrededor de mi libro recién impreso. ¡Qué lugar más hermoso hemos escogido! Ese es el libro de la cotidianidad de cualquier mujer en el planeta: la que dejó atrás la infancia y ahora es madre, la que una vez jugó con muñecas y luego las relegó en un closet, la que hoy tiene que limpiar, lavar, planchar, cocinarle a otras personas.
“Yo lo que quiero es que una mujer noruega o una mujer palestina me lean y comprendan que yo soy una más, que soy una gotica de agua en el océano de la humanidad. Yo voy a pasar algún día inadvertida, pero este es mi tiempo y a él me debo.
“Ahora mismo lo que quiero es hablar de lo que no me sufre; como dice la narradora Dazra Novak, ese horario terapéutico que es fregar. Yo friego porque además estoy haciéndolo para mis hijos, para mi esposo, eventualmente para mi padre o para los amigos que me visitan.
“No estoy hablando de que me desagrade, lo que se convierte en una obligación por la que tengo que dejar de escribir y quizás entones hubo tres páginas que no nacieron”.
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Muchos entendidos del tema la catalogan como continuadora de la obra de Carilda Oliver Labra. Aunque ella misma niega cualquier proximidad a la altura literaria de la Novia de Matanzas, en sus letras se advierten influencias de la Premio Nacional de Literatura por los temas que trata y la belleza con la que, desde la sencillez, aborda las realidades cotidianas de la mujer.
“Eso es un doble estigma, puede ser muy bueno y también es malo. Es malo porque Carilda nos dejó tan alta la parada que, entonces, ni acercarnos; su obra es robusta y maravillosa, con unos matices imprescindibles en la lírica cubana y también en la narrativa porque sus dos libros de cuentos son fabulosos.
“Acercarnos a Carilda es muy difícil. No creo que yo sea una imitadora de Carilda, ni por rubia, de hecho soy una mujer con una familia, asentada, quiero decir, en el sentido de que tengo hijos, rutinas y Carilda era una rompedora.
“Nos ha legado un espacio importantísimo en las letras cubanas. Eso sí como que nos abrió una brecha, abrió el mar para que los escritores pasáramos y quizás porque soy mujer, porque hay temas en común entre ambas, pero no creo que haya grandes semejanzas entre ella y yo. Ya quisiera yo por un momento acercarme a ella”.
Consulte además: https://www.tvyumuri.cu/cultura/maylan-alvarez-un-referente-en-la-literatura-matancera/
Sus orígenes se mantienen asidos a su ser. En Unión de Reyes nació y su tierra está tan pegada a su piel y a su alma que aflora siempre, directa o indirectamente, en todo lo que escribe.
“Nunca me voy a desligar de Unión de Reyes, esté donde esté porque uno es del sitio donde nace. Siempre les digo a mis hijos que yo quiero, en el lugar donde muera en el mundo ya sea aquí o en Estambul porque soy una ciudadana del mundo, que me incineren y rieguen mis cenizas en el San Andrés; no en el mar, no soy una mujer de mar, yo pertenezco al río unionense.
“Mi primer libro de poesía fue Naufragio del San Andrés, que para mí fue una inmensa sorpresa que ganara el premio calendario. Unión de Reyes tiene el sitio de mi corazón”.
Su poesía refleja también un poco de nuestras propias vidas, llena de luces y sombras, de sentimientos encontrados, de incertidumbres y, sobre todo, mucho amor.
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La narradora, poeta, periodista, editora y promotora cultural Maylan Álvarez no puede despegarse de ninguna de sus profesiones. La poesía, el periodismo y la edición se entrecruzan en sus obras, lo que las dota de una extraña fusión entre la belleza de lo cotidiano y la sorpresa de la métrica.
“Las uno todas, quiero hacer una trilogía porque la poesía me sufre pero con ella canalizo muchas cosas. Las personas en casa saben que yo me atormento, paso varios días en que incluso como poco.
“Estoy escribiendo ferozmente, pero no me puedo desligar de nada. He hecho periodismo en activo en un informativo, de subirme a un helicóptero con (Ramón) Pacheco y (Juan Carlos) Migoya para reportar desde una ciénaga incendiada, me he ido con Norge (Céspedes) a hacer el Humedal del Sur, he recorrido toda la provincia, para hacer la información cotidiana. Esa prontitud de la información yo la amo.
“Pero tengo que escribir poesía y tengo que escribir para los niños porque también hay una parte de mí que se debe a esa literatura; estoy intentándolo en la narrativa y el trabajo como editora me complementa”.
Muchos premios exaltan su quehacer, la sitúan entre los referentes de las letras que nacen en esta tierra de poetas. Maylan Álvarez pertenece a una generación de escritores que con paso firme y talento innegable mantiene y defiende el extraordinario acervo literario inherente a esta ciudad.
Poeta hondísima y tan pegada a la realidad que corta el aire con sus versos, editora certera hasta desnudar el texto y vestirlo con nuevas galas, periodista de altos quilates a juzgar por tus juicios críticos y la sensibilidad de su prosa poética y empedernida lectora, Maylan es en sí misma una explosión potente y hermosa de poesía.
YERBA VERDE Y NARIZ ROJA
Amanece.
Mi esposo no está en casa.
Nuestro hijo más pequeño aprovecha para meterse en la cama junto a mí. Estoy leyendo a Rotterdam, que sabe elogiar la locura.
Al final de un capítulo observo dormir a mi hijo. Sus ojos se mueven, de un lado a otro, en estado REM.
¿Soñará con mis regaños?
¿Con peces de la bahía?
¿Imagina los payasos que no disfrutará hoy, porque el catarro le ha tomado por asalto desde ayer?
Mientras le observo, mi hijo de repente introduce el dedo en la nariz y se la arrasca, sin dejar de soñar.
El movimiento de los ojos le ha delatado…
Después de las muecas más simpáticas, instante donde la nariz queda roja, rojísima como la de los payasos que no disfrutará, retira la mano, acomodándola sobre su cabeza.
Un bultico luminosamente verde, a toda luz pegajoso, le cuelga del índice.
Ah, está soñando con la yerba del patio. Eso pienso y me convence la calidez de la idea, ante otra prueba irrefutable de que su infancia biencura a diario esta adultez que me duele.
Dueña de toda discreción, lo cubro mejor con la sábana. Me incorporo en silencio.
Arrascando groseramente mi nariz con la mano izquierda, busco un block de notas sobre la mesa de noche.
Quiero poetizar en blanco y negro que ya no se me permiten los sueños con payasos, ni peces, muchísimo menos con la yerba verde del patio.
EN LAS MANOS DEL «MÁS SERIO»
a Fabio el estridente, por la risa fértil
y las flores de majagua
que puso en mi pelo aquella tarde
Vi los brotes de majaguas, cosechados con misterio,
en las manos del «más serio» hijo tierno de mis aguas. Bendecido en mis enaguas (que es decir en mi regazo) he sellado cada lazo de su infancia,
su hervidero
y me ha sido llevadero darle color a su trazo.
Y si quizás yo me atraso en la caricia a su sombra, es la tarde quien me nombra entibiándome el abrazo. He de consignar, acaso,
desvelos, fiebres, columpios, orines,
calderos limpios,
una cuchara con miel,
testaferro de un papel rubricado en mis delirios. Hijo luna,
ángel lirio, luciérnaga del amor,
has sido el mejor postor entre el vivir y el martirio
de ver flamear como un cirio tu niñez acrisolada. Madeja desovillada,
mi madrigal con asombro,
reclinada aquí en tu hombro tiento tu risa alocada. Y si me siento agitada entre mimos y un regaño (nalgada sin mucho daño)
te prometo, agigantada,
la más perenne mirada,
acordonada en mi frente rumbo a mi pecho latente. Azafranado tormento,
hijo nube,
junto al viento beso tu infancia estridente.
SOY SIEMPRE FLOR Y LOCURA
Soy siempre la flor del loto sumergida en la raíz, cobijada en el tamiz de las aguas de este coto. He de confesar mi roto empuje por remontar, los varios mares surcar,
de ser pájaro y no flor
al conjugar el amor en un tiempo por llegar. Y mi suerte,
que es legar por mi vientre las semillas de dos flores
(amarillas sutilezas del bregar)
me seducen a la par y del dolor me repongo. Hijos:
¿dónde los pongo si las sonrisas me faltan, si los anhelos me asaltan
y si en virtud yo me opongo? Hijos:
¿dónde los pongo?
¿Cómo?
La noche parece obscura.
El drama merece un sinsabor menos hondo, sacra música de fondo,
más candiles,
oropeles, dibujitos, cascabeles,
hasta el unicornio azul
y un escenario de tul aprestado entre papeles.
Siempre en mi vida gabrieles como un abrir de ventanas: semanas cortas,
mañanas cinceladas en claveles, una explosión de lebreles ahuyentando mi cordura insana, tonta
y perjura…
Muerte y dolor sobre mí penden: hijos que se me desprenden.
Soy poeta, flor
y locura.