Reflexión sobre un evento de clarinete en Matanzas
Del 13 al 15 de julio en curso se celebrará en Matanzas el I Festival de Clarinete, que reunirá a maestros y jóvenes clarinetistas en formación en algunos espacios con conciertos, talleres y conferencias magistrales.
Del 13 al 15 de julio en curso se celebrará en Matanzas el I Festival de Clarinete, que reunirá a maestros y jóvenes clarinetistas en formación en algunos espacios como la Sala White, la sede de la Banda de Conciertos, la Escuela Vocacional de Arte, la Casa de la Memoria Escénica y el Conservatorio matancero, con conciertos, talleres y conferencias magistrales. Una idea del maestro clarinetista Roberto Medina, radicado en República Dominicana, en la que colaboran Yoleidys Valderrama, Yani Calama y José Ernesto Rodríguez.
Entre los invitados especiales de este primer encuentro están el maestro de maestros Vicente Monterrey y la clarinetista matancera, radicada en España, Sabrina del Riego, resultado de nuestras escuelas y de varias experiencias internacionales, que ayer día 12, confrontó en la Escuela Vocacional de Arte donde se formó, con una nueva generación, en la que se encuentra, entre otras, mi hija Isabel Rodríguez Tamayo.
Un evento, según ha declarado Roberto Medina, que contribuirá a potenciar la significación del clarinete en nuestra ciudad y a la formación de nuevas generaciones. Un encuentro sencillo, pero que intenta marcar un precedente, que tiene una significación sobre la que pretendo reflexionar.
Matanzas es una ciudad cultural y aunque a veces no nos demos cuenta de esas potencialidades debemos estar alertas para avizorar en nuevos proyectos una acción que puede devolver una mirada hacia un aspecto de esa fortaleza cultural, en este caso un instrumento, que cuenta en Matanzas con una tradición y varios talentos que viven en ella o están desperdigados por el mundo.
Es algo que sucede con otros instrumentos en los que la provincia ha demostrado una herencia pedagógica y una tradición, que en muchos casos rebasa nuestras fronteras.
La idea del clarinete contribuye a descubrirnos y también a permitir que se mire a nuestra ciudad como un espacio de intercambio y confrontación del instrumento. Este puede ser el comienzo de un espacio que puede ser revelador en el futuro, cuando puedan asistir muchos de los interesados.
Esta primera convocatoria ha implicado la colaboración de algunos, en un área en la que la enseñanza artística es una de las ganadoras en lo que ocurrirá en esta edición del 13 al 15 de julio.
Por las características del instrumento, por la manera en que se ha concebido el programa, que implica además a nuestros estudiantes, y por el espacio de tiempo en que se celebrará, tres días, se puede afirmar que es un evento sencillo, económico, viable, íntimo y a la vez concebido para atraer a una parte de la población matancera, amante de la música, pero también el convocarlo es un acto significativo, para visibilizar la música y en este caso específico, el
clarinete.
También tiene varios atractivos pedagógicos y artísticos, a los que se suma el de potenciar un espacio clave para la música de concierto, como lo es la Sala White, que es junto con el Teatro Sauto (MN) dos de los lugares emblemáticos de nuestra ciudad.
El nacimiento de un evento nos implica a muchos de los que defendemos la cultura, como un emblema de esta ciudad en que vivimos y que se conoce como la Atenas de Cuba, precisamente para diversificar nuestro panorama artístico, para visibilizar esa conceptualización simbólica del imaginario matancero en que varias manifestaciones se combinan, para fortalecer las esencias culturales y donde la música juega un rol fundamental.
Fomentar con sensibilidad e inteligencia es también un rol de los decisores públicos, cuya inteligencia está en saber proyectar el presente y el futuro de Matanzas, reforzando su identidad cultural.
Durante tres días el clarinete nos acompañará. Este texto es un adelanto promisorio. Sobre el evento culminado escribiré en un próximo artículo.