6 de mayo de 2025

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Un «Bárbaro» del danzón

En 1995, hace 30 años, fallecía Barbarito Diez Junco, aquel que fuese llamado Voz de oro del danzón. Su inconfundible timbre de tenor le valió una carrera de casi seis décadas y la devoción del público cubano. Muchos aún recuerdan su postura recta, sin gesticulación alguna, vestido impecablemente de traje y corbata.

En 1995, hace 30 años, fallecía Barbarito Diez Junco, aquel que fuese llamado Voz de oro del danzón. Su inconfundible timbre de tenor le valió una carrera de casi seis décadas y la devoción del público cubano. Muchos aún recuerdan su postura recta, sin gesticulación alguna, vestido impecablemente de traje y corbata.

Con su talento hizo propias piezas musicales como Lágrimas NegrasOlvidoCapullito de alelíUna rosa de Francia y Las perlas de tu boca. Aunque nunca tuvo enseñanza académica, su discografía cuenta con una veintena de álbumes de larga duración. Su repertorio también incluye piezas de Ernesto Lecuona, Moisés Simons, Pedro Flores, María Teresa Vera y Sindo Garay, entre otros compositores.

Nacido en Bolondrón, Matanzas, el 4 de diciembre de 1909, pasó su infancia en un central del municipio de Manatí, en la actual provincia de Las Tunas. Su familia quiso verlo desempeñarse en otros oficios, pero desde niño desarrolló la vocación musical y la tesitura de su voz ganó popularidad entre parientes y amigos.

Su debut lo realizó junto al guitarrista Carlos Benemelis –quien había llegado a Manatí– en el teatro de la localidad. Luego de su éxito, vendrían los viajes a La Habana. Es en la capital donde decidió probar suerte y, con el trovador Graciano Gómez y el músico Isaac Oviedo, formó el trío Los Gracianos.

Ante su creciente popularidad, firmó contratos en el extranjero, viajó de gira por varios continentes y, paralelamente, fundó el Cuarteto Selecto. Hito destacable en su carrera lo constituye su único disco de boleros, grabado en la década de los años 80, en Venezuela, tierra que amó y lo amó.

La medalla Alejo Carpentier, la Orden Félix Varela de Primer Grado y el reconocimiento por la Cultura Nacional supieron enaltecer la obra del también apodado Rey del Danzón.

Sobre su vida, expresó que fue un hombre feliz: «Tengo un pueblo que me quiere y, en cada lugar de esta Isla, siempre encuentro amigos. Entonces, ¿qué más puede pedir un artista, si recibe la estimación y el cariño de todos?».

En su honor, en el municipio de Manatí, una casa de la música lleva su nombre, y un conjunto escultórico se erige en el parque de esa localidad. Quizá con toda intención no se marcó el año de su fallecimiento, pues sus canciones y su figura aún permanecen en muchos corazones.

  • Granma

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