26 de enero de 2025

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Cuatro de diciembre: Más allá del silbato

Los árbitros han sido testigos mudos de los momentos más gloriosos y desafiantes de la historia deportiva cubana. Han visto triunfos que han enardecido al país y sufrido en silencio las derrotas más amargas.
Amado Maestri

Amado Maestri en pleno juego de béisbol.

Más allá de una simple celebración, el festejo que cada cuatro de diciembre acaece en la mayor de las Antillas y que pondera el trabajo de una figura fundamental, a menudo invisible, pero esencial para la legitimidad de las competencias deportivas, contribuye a resaltar la equidad y transparencia que destella en cada lid donde su presencia se torna tan necesaria como oportuna.

Y es que el Día del Árbitro Cubano, formalmente instaurado en 2001 como respuesta a la previa proposición del Pleno Nacional de la Comisión de Jueces y Árbitros, representa un merecido agasajo a quienes llevan a buen término los certámenes deportivos, cual catalizadores de las más férreas precisión, sapiencia, templanza y ética laboral.

La elección de la jornada, nada fortuita por su connotación histórica, rememora los eventos que atestiguara en igual fecha pero del año 1955 el Gran Estadio del Cerro (hoy Latinoamericano) cuando al calor de la opresión dictatorial batistiana, Roberto Amado Maestri Menéndez, un renombrado árbitro de béisbol, encabezó un glorioso acto de valentía y solidaridad que ennobleció al deporte revolucionario.

En defensa de un grupo de insurgentes jóvenes de la Federación Estudiantil Universitaria que habían invadido el terreno beisbolero del coloso para protestar contra las atrocidades cometidas por el régimen se lanzó aquel valiente haciendo frente a la embestida policial y evidenciando ese pertinaz compromiso social y espíritu de justicia que siempre en vida le caracterizaron.

Así lo manifestó unos años antes en el estadio Delta Park de la Ciudad de México, donde no vaciló en expulsar del encuentro entre los Diablos Rojos y el Veracruz al empresario y ejecutivo azteca Jorge Pasquel Casanueva, quien osó reprenderlo por la exclusión del catcher-manager Mickey Owen, luego de que este último protagonizara una insulsa querella ante una decisión tomada en el home.

Y así como el propio Maestri, los árbitros han sido testigos mudos de los momentos más gloriosos y desafiantes de la historia deportiva cubana. Han visto triunfos que han enardecido al país y sufrido en silencio las derrotas más amargas, siempre manteniendo la imparcialidad como bandera y el respeto a las normas como principio irrenunciable.

Su rol, por tanto, trasciende la simple aplicación de reglas y los convierte en piezas clave para la construcción de una identidad deportiva nacional sumida en un proceso de constante perfeccionamiento y que, más allá del silbato, sigue amenizada por una sólida y perenne tradición de profesionalismo, responsabilidad y rigor.

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