La papa, bien atendida, vale por dos
Aunque en los últimos tiempos aparece en la mesa del cubano sin la constancia deseada, la papa se espera con ansiedad cada año.
Como la mayoría de los cultivos, requiere de atención para, sin descartar los azares del clima, aspirar a obtener buenas cosechas, con rendimientos que excedan, como mínimo, las 20 toneladas por hectárea.
Así lo cree Fernando Donis Infante, campesino que, desde la ciencia, conduce con éxito la finca Cayo Piedra, en el municipio de Perico, reconocida nacionalmente por la implementación de una agricultura sobre bases agroecológicas y de alto potencial productivo.
Sus observaciones se agradecen, sobre todo ahora, en la etapa conclusiva de la plantación del tubérculo en los territorios involucrados con la suerte de este producto.
Es importante la calidad de las labores culturales al cultivo, y resulta determinante la oportunidad, hacer lo necesario en cada momento, subrayó el especialista.
«Lo primero que lleva la papa es una semilla apropiada y, desde luego, no le puede faltar la nutrición, que en nuestro caso lo hacemos con biofertilizantes, o sea, productos biológicos logrados aquí mismo en la finca».
Algo influyente es no perder un detalle del ciclo vegetativo, porque lo que dejes de hacerle, te lo cobra al final, aseveró Donis Infante.
Insistió el agricultor que una atención adecuada ayuda en el desarrollo de la planta y sus rendimientos, con independencia inclusive del conocido paquete tecnológico que cada año el país importa para garantizar la campaña.
En su opinión, existen posibilidades de reducir los niveles de importación de la semilla de este tubérculo, si se intenciona más el trabajo para obtenerla en los centros existentes con ese fin en el país.
La que traemos del exterior es una papa cosechada a temperaturas muy bajas, en naciones como Holanda y Canadá, y esa diferencia con nuestro clima a veces no deja los mejores saldos en el campo.
Agregó que la eficiencia radica, además, en evitar las malas hierbas, el veneno de los cultivos, recalcó. «De una forma u otra, es preciso quitarla».
Merece capítulo aparte, dijo, la etapa de la cosecha, pues cada año debido, esencialmente, a problemas vinculados con el transporte, hay que lamentar la pérdida de grandes volúmenes del producto, que ya sacado yace en el campo más del tiempo que necesita, lo cual acelera su deterioro.
«La papa no debe exponerse tanto tiempo al sol. Es tan mortal como el exceso de agua, la pudre», aseguró, luego de explicar que algunos productores le aplican mucha urea al cultivo y, por consiguiente, además de atraer a las plagas, apresura su descomposición.
Un detalle esencial para Ernesto Jiménez, productor de papa con los mejores rendimientos del país, es la preparación de la tierra. «Si esta no es buena la cosecha tampoco», insiste, cada vez que le abordan el tema.
Sostiene que las fallas en la preparación de la campaña le cuesta muy caro luego al campesino. Para él, todo lo que no se hace bien, las equivocaciones, inciden en los rendimientos.
Otros expertos hablan de alistar bien la maquinaria, tomar en cuenta el muestreo del suelo y el agua, y hasta de la capacitación técnica de los trabajadores que participan en la contienda.
«No lleva más magia, solo mucho trabajo», le gusta decir a Donis Infante, sin dejar de reconocer la importancia de garantizar la transportación y entrega a tiempo del producto, así como su necesaria conservación para la venidera siembra.
Una buena noticia en esta ocasión es la plantación en el país de más de 150 hectáreas del cultivo sobre bases ecológicas, todas con semillas e insumo producidos en Cuba; un programa que avanza en medio de las dificultades existentes, destacó el investigador Giraldo Martín Martín.
- Ventura de Jesús/ Granma