Carlos Baliño: Una vida dedicada a la lucha por la justicia y la emancipación

Carlos Benigno Baliño y López, uno de los más destacados precursores del pensamiento marxista en el Caribe, es recordado por su incansable lucha en pos de la justicia social, el antimperialismo y la emancipación de la Isla en la que nació un día como hoy, pero del año 1848.
El arduo camino revolucionario de este insigne hijo de Guanajay despegó una vez materializado el estallido independentista del diez de octubre de 1868. Sobresalió entonces por su trabajo como vocal del Gremio de Escogedores de Tabaco en Cayo Hueso, la fundación de dos logias y el primer gremio obrero Caballeros del Trabajo, en Tampa, su rol como redactor de La Tribuna del Pueblo y su liderazgo al frente de los clubes independentistas Francisco Vicente Aguilera, Enrique Roig, Diez de Abril y Leopoldo Turla, entre otros.
Su intensa labor propagandística junto al Apóstol José Martí y otras figuras relevantes de la emigración resultó esencial para recaudar fondos y unir fuerzas en contra del yugo colonial hispano. Como pertinaz defensor y autodidacta del marxismo vio en la liberación de la nación una oportunidad para mejorar las condiciones de la clase trabajadora y fortalecer el socialismo, ideología emergente en esa época.
Baliño no solo participó en la creación y desarrollo del Partido Revolucionario Cubano junto al Maestro, sino también en otras estructuras que defendían los intereses de los trabajadores, como los partidos Obrero, Obrero Socialista y Socialista de Cuba, así como la Agrupación Socialista Internacional. De igual forma, perfeccionó su quehacer periodístico en disímiles publicaciones como El Obrero Cigarrero, Lucha de Clases, El Productor y la revista Juventud, entre otras.
También colaboró con Julio Antonio Mella en organizaciones como la Liga Antimperialista, la Sección Cubana y, lo más destacado, el primer Partido Comunista de la nación, al que ambos dieron vida el histórico 16 de agosto de 1925 y que se convirtió en una poderosa fuerza política que, pese al convulso escenario en que nació, fue imprescindible para hacer realidad los sueños de una revolución social en el país.
Desafortunadamente, tras un admirable accionar por la causa emancipadora y sociopolítica, la Isla perdió el 18 de junio de 1926, en suelo capitalino, a este paradigma de la intelectualidad e insurgencia antillanas y ejemplo para las generaciones presentes y futuras, cuya impronta pervive en el corazón del pueblo cubano.