16 de junio de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

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«Yo no era persona»

Aniel es uno de los protagonistas de los más 5 mil accidentes de tránsito que ocurrieron en Cuba en el 2021. Sin embargo, esta también es la historia de un joven de 35 años que ha demostrado una fortaleza increíble.

El viento rozaba su rostro y el sonido de las aceleraciones del motor impulsaban por su cuerpo una dosis increíble de adrenalina. Aniel a las 5 y 46 de la tarde del domingo se sentía como si estuviera flotando, pero cuando justo de la nada apareció un carro, comprendería que uno nace múltiples veces en esta vida, y él volvió a nacer el 10 de enero de 2021.

En el acto Aniel Perdomo perdió una pierna y voló al menos 46 metros hasta caer en la cuneta de aquel camino de Jagüey Grande. El mixto de la gasolina quemó gran parte de su cuerpo y una de las manos sufriría las consecuencias.

Desde ese instante se convertiría en uno de los protagonistas de los más 5 mil accidentes de tránsito que ocurrieron en Cuba en el 2021. Sin embargo, esta también es la historia de un joven de 35 años que ha demostrado una fortaleza increíble.

Sino se conociera a fondo esta historia, jamás uno podría imaginar que aquel calvo, que se pasea en silla de ruedas por el Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Comandante Faustino Pérez Hernández de la ciudad de Matanzas, los doctores lo arrancaron de las manos de la muerte.

Quizás ya los lectores sepan que es un paciente un poco indisciplinado porque debería permanecer en su habitación, pero tras tres años en la institución hospitalaria no existe un espacio de ahí que no conozca.

A esta altura los recuerdos del accidente son un poco vagos y confusos. Por terceros sabe que enseguida recibió los primeros auxilios, fue trasladado hacia el hospital de su municipio donde lograron estabilizarlo. Después de tres días vino directo para el Faustino y en la puerta de urgencias tuvo tres paros cardíacos. De esa noche alguien le relató que hubo un doctor que se aferró tanto a él que de milagro no se murió.

Aniel dice sin pelos en la lengua que era un vegetal y que los médicos solo podían dar un pronóstico reservado. A pesar de no tener traumas en la cabeza, las heridas y las quemaduras complicaban el panorama.

Cuando abrió los ojos estaba en la sala de Caumatología. Los doctores ese día tuvieron que inmovilizarlo, porque a pesar de las heridas, arrancó de cuajo todos los equipos y comenzó a sangrar.

Aniel no entendía dónde estaba, ni qué le había pasado.  Del otro lado del cristal estaba su mamá como un mar de lágrimas. Marlen Corredera sabe que su hijo es «de p…» y por eso mostró una fortaleza ante una realidad que parecía desoladora.

Poco a poco retornó su memoria, pero quedaron las curas, los injertos y la rehabilitación. Después de más de un año tuvieron que sacarlo del sistema hospitalario porque desarrolló una severa depresión. Al retornar a su casa conoció a su actual esposa Daneibys Acuña y hoy en medio de todo viene en camino la más pequeña de sus retoños: Daniela.

Aniel habla rápido y gesticula alto con el lenguaje que da la sabiduría típica de la calle. Uno de los rehabilitadores escucha nuestra conversación y solo se ríe a carcajadas.

 “Tú lo ves así que parece un león, pero en la sala de rehabilitación con nosotros ni se sentía. Fue muy disciplinado, por eso es que progresó”.

Aniel eso lo tiene claro, en el hospital Faustino Pérez lo volvieron persona y para no dejar a nadie en el olvido prefiere decir que no hay palabras de agradecimientos que engloben la labor de los médicos, cirujanos, especialistas, técnicos y enfermeros que lo atienden.

Hoy se recupera de la última cirugía de los tendones de su pierna izquierda. Y aunque hace días que no le escribía me asegura en un mensaje:

“Hay que esperar. La operación fue grande, pero voy a volver a caminar, claro que voy a caminar”.

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