Une vez iniciada la gesta emancipadora de la nación, este prócer habanero, nacido el 26 de marzo de 1848, destacó por integrar la segunda expedición del vapor Galvanic a su desembarco por Cayo Romano, en la costa norte de Camagüey y la caballería de esta región, además de ser elegido Teniente Coronel y devenir pieza fundamental en la unificación de las fuerzas insurrectas y la designación del tipo de gobierno a materalizar durante la República en Armas.
Entre 1869 y 1876 participó en combates como Maniabón, Guáimaro, San José, Puerto Príncipe, Pensacola, San Antonio, Iguará y Las Tunas, entre muchos otros, y asumió importantes responsabilidades como ayudante de Máximo Gómez y de su propio hermano Julio Sanguily, así como de jefe de despacho de la Primera División del tercer Cuerpo, presidente de la Corte Marcial y Coronel.
En su accionar periodístico e intelectual sobresalen su membresía en la Academia de la Historia de Cuba, asi como la revista Hojas Literarias que fundó y dirigió y una vasta obra ensayística y oratoria donde evidenció su ideario sociopolítico a través de un sinfín de títulos como «Un insurrecto cubano en la Corte», «El dualismo moral y político en Cuba» y «La Revolución de Cuba y las Repúblicas Americanas».
Asimismo, fue dirigente del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana durante la intervención militar estadounidense y, a pesar de sus posteriores materializaciones, vilipendió con ferocidad la aprobación de la Enmienda Platt y el Tratado de Reciprocidad Comercial y ejerció como senador por la provincia de Matanzas y secretario de Estado, entre otros cargos administrativos que continuó hasta sus últimos días.
A 99 años de su muerte, este 23 de enero recordamos entonces a Manuel Sanguily, otro de esos grandes patriotas que nunca cejó en el empeño de defender a su país con el vigor de su machete y la grandeza de su palabra.