27 de abril de 2024

Radio 26 – Matanzas, Cuba

Emisora provincial de Matanzas, Cuba, La Radio de tu Corazón

Antonio Maceo: Ecos de Baraguá

Mermaba veloz el prestigio de su país. Inminente se avizoraba el colapso. Pero él estaba ahí para revertir la situación. Solo él era capaz de mantener sobre Cuba el dominio de España y no dejaría a nadie arrebatárselo. 
Mermaba veloz el prestigio de su país. Inminente se avizoraba el colapso. Pero él estaba ahí para revertir la situación. Solo él era capaz de mantener sobre Cuba el dominio de España y no dejaría a nadie arrebatárselo.
Nueve años de combate previo ya pasaban factura a la Isla. El desgaste y el cansancio jugaban en contra de su pueblo. Escaseaban alimentos, suministros, apoyo del exterior, medicinas… y la unidad revolucionaria fenecía, vulnerable, ante quienes laceraban su recorrido.
Así inició Arsenio Martínez Campos su proceso de pacificación en Cuba, ganando partidarios a los que prometió la paz y el desagravio económico nacional, pero sin independencia, ni abolición de la esclavitud.
Su accionar se consolidó entonces el 10 de febrero de 1878 cuando, valiéndose de artimañas político-ideológicas y aprovechando la decadencia física de sus adversarios, firmó el bochornoso Pacto del Zanjón, donde otorgaba a su nación el destino de la nuestra y fortalecía su ofensiva militar mientras la emancipación de la mayor de las Antillas pendía de un hilo.
Pero la soberbia militar con que privaba de libertad a una Isla renuente al yugo colonial, le fue arrebatada decorosamente por un joven santiaguero henchido de sangre libertaria que le hizo frente el 15 de marzo en la oriental Mangos de Baraguá.
Bien conocía Martínez Campos el creciente periplo del insurgente Antonio Maceo Grajales pero siempre se creyó superior a él y, para su sorpresa, poco le valió al jefe militar ibérico el empleo de pleonasmos y adulaciones para persuadir el consentimiento del titán mambí, pues la servil respuesta que, respecto al porvenir de la patria esperaba, le llegó convertida en rotunda negación.
Maceo no estaba solo en su hazaña. Conformaban su hueste, entre otros, su hermano José, Félix y Fernando Figueredo, Guillermo Moncada, Flor Crombet, Silverio del Prado, Modesto Fonseca, Leonardo del Mármol y Manuel Calvar.
Y poco importaron las razas esa jornada, pues la esclavitud que Campos pertinaz amparaba, la echaron por tierra los blancos, negros, mulatos libres y ex-esclavos allí congregados y que, así como en el ‘68, se unían a Céspedes para la causa libertaria.
La hidalguía, intransigencia militar y coraje de ese grupo de hombres comandados por el Titán de Bronce contra el Pacto del Zanjón, constituye referente para todas las generaciones de cubanos que, en admiración y evocación a sus protagonistas, extrapolamos el decoro y fidelidad patrios hacia la vanguardia revolucionaria cubana, porque aquella espada que dejamos caer en un doloroso Zanjón, la ensalzamos con un Baraguá digno, ilustre y eterno.

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